Vulnerabilidad energética: una realidad constatada

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Desde que en la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) comenzamos a trabajar por investigar la incidencia de la pobreza energética en España, hace más de 6 años, a día de hoy, tras haber elaborado tres estudios (2012, 2014 y 2016) e impulsado múltiples iniciativas, foros y proyectos sobre esta temática, podemos afirmar con rotundidad que existe un importante reconocimiento social e institucional de la pobreza energética como problemática de entidad propia, especialmente a nivel autonómico y local.

Desde que se publicasen los primeros datos en el 2012, el concepto de pobreza energética también ha evolucionado hacia una condición más extensa y difusa denominada vulnerabilidad energética, definida como la probabilidad de un hogar a experimentar una situación en la que dicho hogar no recibe una cantidad adecuada de servicios de la energía. Este nuevo enfoque explica la pobreza energética como una condición que se vive de forma temporal causada por condiciones estructurales y coyunturales que van más allá de los tres de factores tradicionalmente considerados (ingresos del hogar, precios de la energía y eficiencia energética de la vivienda). Por ejemplo, el nacimiento de un bebé en el hogar o la enfermedad de una persona mayor que requiere una máquina con un alto consumo energético diario, condicionan la demanda y las necesidades energéticas de un hogar y pueden provocar que entre en situación de pobreza energética.

Indicadores

Tratando de cuantificar este fenómeno a lo largo de estos años, hemos constatado la dificultad de contar con un único indicador o metodología para medir la pobreza energética por lo que, en el 2016, quisimos incorporar nuevos indicadores de pobreza energética. En concreto, replicamos para el caso español el indicador oficial del Reino Unido, denominado 'low income-high costs' (LIHC), y realizamos tres estimaciones de un indicador basado en el concepto de ingreso mínimo aceptable ('minimum income standard' o MIS), un valor de renta que aún no está definido cuantitativamente para el caso español pero que se definiría como aquella renta que permite a un hogar gozar de igualdad de oportunidades en la sociedad.

Estas nuevas aportaciones nos han permitido constatar que, tomando cualquiera de los indicadores, una parte significativa de los hogares españoles experimenta condiciones asociadas a la pobreza energética. Por ejemplo, en el año 2014, el 11% de los hogares españoles (equivalente a 5,1 millones de personas) se declaraba incapaz de mantener su vivienda a una temperatura adecuada en los meses fríos y el 15% de los hogares españoles (equivalente a 6,2 millones de personas) destinaba más del 10% de sus ingresos anuales a la compra de energía para la vivienda.

En el último estudio también hemos podido constatar que la evolución desde el anterior estudio no ha sido positiva. Los indicadores basados en percepciones y declaraciones del hogar (por ejemplo, las familias que son incapaces de mantener su vivienda a una temperatura adecuada en invierno o que acumulan retrasos en el pago de los recibos) mantienen su tendencia al alza de forma sostenida hasta el 2014, último año con datos disponibles, a pesar que determinados factores macroeconómicos clave, como la tasa de empleo o la variación interanual del producto interior bruto (PIB), habían mejorado en el 2013 y el 2014.

No afecta a todos por igual

También hemos podido observar que la pobreza energética no afecta a todos por igual. Por ejemplo, se detecta una mayor incidencia de la pobreza energética en hogares en los que la persona principal tiene bajo nivel educativo, está en paro o depende de otras prestaciones, tiene un contrato temporal, está soltera, viuda o divorciada, o proviene de un país de fuera de la Unión Europea (UE), así como en el caso de familias monoparentales. Lo mismo ocurre en hogares con personas con mala salud y enfermos crónicos, y en hogares que alquilan la vivienda.

Además, en España hay un gradiente de desigualdad energética según el cual la probabilidad de sufrir algún tipo de privación asociada al consumo doméstico de energía aumenta a medida que disminuyen los ingresos. En este análisis se observó que los hogares más pobres usan menos energía por persona y metro cuadrado de vivienda para satisfacer sus necesidades básicas pero que, a pesar de ello, les supone un mayor esfuerzo de sus ingresos. Igualmente, se ha constatado que la correspondencia entre pobreza energética y monetaria dista de ser perfecta, lo que ha puesto de manifiesto que la pobreza energética es un fenómeno que va más allá del espectro de población en situación de pobreza monetaria o de exclusión social.

Consecuencias sobre la salud

También se ha analizado la relación existente entre la pobreza energética y la salud y sobre todo en el estudio de la tasa de mortalidad adicional de invierno (TMAI). Dado que en España se producen más de 24.000 muertes adicionales en invierno, se calcula que 7.100 (el 30%, según metodología de la Organización Mundial de la Salud) podrían estar asociadas a la pobreza energética.

Pero la realización de estudios no ha sido la única labor que Asociación de Ciencias Ambientales ha desarrollado en estos años. También se han desarrollado múltiples acciones de sensibilización y comunicación, como la celebración de la Semana Europea de la Pobreza Energética en los últimos tres años o la iniciativa en Twitter promoviendo el día de la #pobrezaenergetica. De igual modo, estamos realizando jornadas formativas a agentes sociales y a técnicos de consumo, para que puedan informar a los consumidores en general y a los hogares más vulnerables en particular cómo pueden reducir su vulnerabilidad energética y hemos desarrollado recientemente un proyecto in situ con hogares vulnerables con el fin de medir y conocer mejor las condiciones en las que habitan y las estrategias que adoptan frente a la situación de precariedad en la que se encuentran. Este conocimiento ha servido para asesorarles, de forma personalizada, con el fin de conseguir reducir su esfuerzo en el pago de las facturas y para mejorar su bienestar.

Todo este trabajo además ha servido para alimentar el Punto de Información al Consumidor Vulnerable (PICV) que generamos en la página web www.pobrezaenergetica.info, un punto web de consulta y ayuda para cualquier ciudadano.

De forma previa al último estudio publicado, desarrollamos un proceso participativo de consultas con agentes muy diversos para identificar oportunidades de intervención en aspectos concretos. Entre noviembre del 2015 y marzo del 2016 se convocaron 11 talleres de trabajo en varias ciudades de España en los que se contó con la presencia de 146 profesionales y expertos que señalaron la necesidad de actuar sobre aspectos como las facturas de la energía, el bono social eléctrico, los cortes de suministro, las medidas de microeficiencia, la rehabilitación energética de edificios, la mejora de las fuentes de información y en seguir avanzando en líneas de investigación.

Estrategia estatal

Fruto de todo este trabajo, ACA insiste y sigue trabajando en proponer una actuación coordinada por medio de una estrategia estatal de lucha contra la pobreza energética que involucre los tres niveles de la administración, a las empresas suministradoras, a las oenegés y a toda la sociedad. Además, reclamamos aspectos de más detalle como la reformulación del bono social para adaptarlo a la realidad de los consumidores vulnerables; actuar en el ámbito de los cortes de suministro con cambios legislativos y fondos de ayuda; la reforma de las políticas de financiación de eficiencia energética con el fin de beneficiar prioritariamente a hogares vulnerables y con dificultades para invertir en su vivienda; el mejor aprovechamiento de oportunidades en el campo de la microeficiencia; fomentar programas de formación orientados a los colectivos vulnerables en temas de hábitos de consumo y eficiencia energética, acceso al bono social o ayudas a la rehabilitación, y mejorar la transferencia y uso de información relevante para una mejor toma de decisiones, incluyendo la recogida de estadísticas oficiales.