Estados Unidos: una contienda con impacto global

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Los ciudadanos estadounidenses decidirán el próximo 8 de noviembre su 45º presidente. Hillary Clinton representa en tiempos convulsos una prudente continuidad de la política interior y exterior de la superpotencia mundial. Una victoria del extravagante Donald Trump puede conducir a un incierto y confuso cambio del status quo interno e internacional. La cita llega en un mal momento para jugar a la ruleta rusa. Los dos candidatos, muy discutidos por la ciudadanía, proponen modelos distintos sobre el devenir de la sociedad americana y del mundo. Protagonizan una durísima campaña electoral en la que sobran altas dosis de populismo, los miedos y las mentiras y se encuentran a faltar propuestas esperanzadoras, concretas y creíbles. Demasiado ruido y pocas nueces.

En todo caso, nada será igual tras una votación que nos afectará, para bien o para mal, a todos nosotros. Clinton es favorita, pero no se puede descartar a Trump. El inesperado Brexit y otras votaciones recientes demuestran que todo puede ocurrir cuando existe un malestar social.

EEUU pierde peso específico en la economía mundial ante la presión de otros países emergentes. En el primer semestre del 2016, China e India representaron el 63% del crecimiento mundial. Pero la estadounidense sigue siendo la primera economía mundial en base al PIB y el dólar es la divisa de referencia en las transacciones financieras y comerciales internacionales. Las demás economías siguen pendientes de las decisiones de la Reserva Federal (Fed). EEUU, a diferencia de la Unión Europea y Japón, no depende tanto del comercio internacional, ni de las importaciones energéticas y no sufre de igual modo los efectos de la desaceleración económica china.

Pero la recuperación económica es más lenta de lo previsto. Según el FMI, Estados Unidos solo crecerá un 1,6% este 2016. La tasa de paro se situó en septiembre en el 5%. Se mantiene el consumo interior pero el descontento permanece porque no acaban de cicatrizar las heridas provocadas por la crisis financiera del 2008. Se crean empleos en el sector servicios pero muchos son temporales y la productividad se estanca. Los ricos atesoran más riqueza mientras las clases medias y trabajadoras, y sobre todos los jóvenes, perdieron poder adquisitivo. Persisten las desigualdades territoriales y sociales. El ascensor social no funciona como antaño. Y el futuro sigue incierto.

Trump y la cuadratura del círculo

Donald Trump centra los focos mediáticos prometiendo retornar EEUU a los tiempos de grandeza. Pregona la cuadratura del círculo con medidas contradictorias sin concretar cómo se aplicarán. Ofrece un programa económico que promete una reducción de impuestos, grandes inversiones y la reducción de la deuda. Pero quiere enterrar la 'Obamacare' y otras reformas sociales impulsadas por Barack Obama. Se presenta como el baluarte del proteccionismo proponiendo renegociar los acuerdos comerciales firmados por EEUU, incluyendo el NAFTA vigente con Canadá y México, y volver a levantar barreras arancelarias y no arancelarias para reforzar el consumo de productos estadounidenses en el mercado interior. Un aislacionismo que le lleva a rechazar la aplicación de los Acuerdos de París sobre el cambio climático y a levantar las restricciones al consumo de los combustibles fósiles como el carbón.

En cambio, Hillary Clinton seguirá básicamente la senda económica y social marcada por Obama. Prefiere redistribuir las cargas fiscales en vez de bajar impuestos, impulsar la 'Obamacare', crear empleo invirtiendo en infraestructuras e impulsar las energías renovables manteniendo los compromisos asumidos para luchar contra el cambio climático. Pero la candidata demócrata se distancia del actual presidente en algunos controvertidos temas de la política comercial, al poner en tela de juicio el Acuerdo Transpacífico (TPP) firmado en febrero y el Tratado Transatlántico (TTIP), aún en negociación. Clinton cuenta con los apoyos de Wall Street, Silicon Valley y de un 'establishment' mayoritariamente opuesto a los excesos del millonario Trump.

Las simpatías hacia Putin

El aspirante republicano podría debilitar el frágil sistema internacional liderado por EEUU desde hace 70 años. Un orden internacional más multipolar, complejo e inestable. Preocupa que el candidato republicano simpatice con Vladimir Putin, el líder autoritario que pretende modificar las fronteras de Europa para rehacer el gran espacio político y económico quebrado tras caer la URSS. Puede minar la credibilidad de los compromisos asumidos por EEUU con sus aliados europeos en el marco de la OTAN. Y cuestionar el papel de EEUU en Asia-Pacífico donde Japón, Corea del Sur y otros aliados afrontan litigios territoriales y económicos con el gigante chino. Y la Unión Europea, cada vez más desunida, se juega mucho el 8 de noviembre en un momento en que las relaciones comerciales entre Bruselas Washington se degradan con las negociaciones del TTIP prácticamente suspendidas y se desatan varios conflictos financieros y comerciales que afectan a Volkswagen Deutsche Bank. Además, un Trump que simpatiza con el Brexit inquieta a los círculos económicos europeos. Clinton, con más vocación y experiencia internacional, es la mejor opción para la UE.

Una consideración final: urge renovar el anquilosado sistema internacional vigente para poder afrontar grandes retos globales como el cambio climático, las desigualdades sociales, la crisis de los refugiados y los paraísos fiscales. Se precisa más cooperaciónsolidaridad transparencia internacional para aplicar políticas que promuevan un crecimiento mundial más justo y equitativo. Sin el compromiso activo de EEUU no será posible. Y con el temerario Trump todo iría a peor, precisamente cuando la economía y el comercio mundial siguen mostrando síntomas de debilidad.