Con un ojo puesto en la evolución de la política

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Las perspectivas de lo que le puede ocurrir a nuestra economía en el año que está a punto de empezar son muy inciertas porque dependen, en gran parte, de la evolución de la política a nivel nacional e internacional.

El influjo de la política nacional en la marcha de la economía dependerá en una parte muy considerable de cómo se reestructure el PSOE. Sería muy favorable que se impusiera la tendencia que ha manifestado la gestora en los acuerdos sobre el salario mínimo interprofesional, el techo del gasto de todas las administraciones y las medidas fiscales. Con una oposición responsable, sería posible un Gobierno dialogante y que el PP siguiera con realismo tomando medidas para hacer frente a las desigualdades sociales existentes, pero sin abdicar de la responsabilidad social a la que le podría llevar el compromiso de una gestora socialista que, por otra parte, afirma compartir la estrategia sindical de presionar con movilizaciones después de la primera reunión de un diálogo social aparentemente recuperado.

En caso de que se impusiera la tendencia más extremista del PSOE se correría el riesgo de que el desacuerdo en las reformas constitucional, laboral, presupuestaria, fiscal y de protección social, entre otras, creara unas tensiones en el Parlamento que podrían terminar con un voto de censura, si hubiera expectativas electorales favorables.

EEUU y el Brexit

Al margen de los problemas de la política interna, la economía de nuestro país se puede ver muy afectada en el próximo año por la puesta en práctica de las medidas del proteccionismo nacionalista del nuevo presidente de EEUU. A lo que hay que añadir que la economía de los países del euro tendrá que afrontar lo que ya es un hecho cierto como la consumación del Brexit. En el ámbito de lo incierto no hay que ignorar las consecuencias que pueden tener para la eurozona la dimisión de Matteo Renzi por el fracaso de su referendo y los resultados de las elecciones de Holanda, Francia y Alemania, que tendrán lugar el próximo año. En todos estos países hay partidos populistas, muy críticos con la Unión Europea. Pero en Alemania parece que seguirá vigente la gran coalición y que ocuparán puestos relevantes socialdemócratas, identificados plenamente con el proyecto europeo.

Ante un escenario políticamente tan incierto, hay aspectos positivos a nivel económico, que pueden garantizar la superación de los graves problemas que, en la actualidad, tiene planteados nuestro país. El equipo económico del Gobierno tiene la confianza de los empresarios, que son los que han de hacer crecer la economía y el empleo. Es muy importante también que el ministro de Economía, Industria y Competitividad, Luis de Guindos, se desenvuelve muy bien y es estimado en Bruselas, a pesar de los fallos que está teniendo nuestro país en el cumplimiento de los criterios de estabilidad presupuestaria.

El tema del déficit del presupuesto y su contrapartida del endeudamiento público es uno de los desafíos que han de seguir siendo prioritarios en nuestra política económica. Y a este respecto convendría tener muy claro que la tan criticada austeridad es algo muy distinto de un capricho germánico, pues todo gasto público que no se pueda financiar con los ingresos normales implica un déficit presupuestario que se tiene que saldar con un endeudamiento que ya supera el 100% del PIB de nuestro país. Y si últimamente, por la estrategia del BCE, este endeudamiento nos resultaba muy barato, es muy posible que la política de Donald Trump acabe con estos niveles tan bajos del tipo de interés, a lo que hay que añadir las subidas que ha empezado a experimentar el precio del petróleo.

Desaceleración de las exportaciones

El superávit conseguido en el 2015 del saldo por cuenta corriente de la balanza exterior no es seguro que se pueda mantener en el 2017 por la desaceleración de nuestras exportaciones si la economía global y, sobre todo, la de la UE resultan negativamente afectadas por el aislacionismo que pretende imponer en su país el nuevo presidente de EEUU. Aparte de esto, convendría que los responsables de nuestra política económica recordaran que la estrategia más correcta para mejorar la competitividad de nuestros bienes y servicios en el mercado mundial es elevar la productividad en lugar de reducir los salarios, ya que la devaluación del euro no está en nuestras manos. Y para conseguir una mayor eficiencia productiva las nuevas tecnologías nos ofrecen el instrumento de la digitalización que, como ha dicho el nuevo Ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, ha de ser una pieza clave para la modernización de nuestras empresas.

Supuestas estas medidas de política económica, el crecimiento de nuestra economía y la creación de empleo en el nuevo año han de seguir consiguiéndose principalmente por el consumo interior y la inversión privada y pública y en ello puede influir eficazmente la aludida mejora de la distribución de la renta y la confianza de los agentes sociales en la orientación de los responsables de nuestro quehacer económico.