Una brisa de nuevas libertades para Cuba

RAFAEL VILASANJUAN

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Se ha quebrado el mar de hielo que quedaba de la guerra fría. Con la diplomacia restablecida, el diálogo abierto y la bendición del Papa, Cuba ha dejado de ser una isla maldita. El emblema que ha definido medio siglo de historia y política de Estados Unidos en Latinoamérica emerge por fin libre del bloqueo. ¿Será el primer paso hacia otras libertades?

Es difícil predecir si el anuncio de esta semana abrirá definitivamente la puerta al olor de la libertad, pero tras medio siglo de embargo obstinado, sin atisbo ni movimiento significativo del anhelado cambio de régimen, si había alguna posibilidad era esta.

Todo ha sucedido tan fácil y silencioso, se ha hecho tan bien y tan pulcro, que parece como si se hubiera estado tejiendo durante décadas, como si la magia existiera y hubiera sido la causa de una decisión que no solo pone a Cuba de nuevo en el horizonte, y que puede convertirse también en la escala principal de una nueva estrategia en una política exterior de EEUU jalonada hasta ahora de no pocos fracasos.

Sin embargo, no es un acuerdo fácil y puede que para unos y otros lo malo venga ahora. En EEUU, la crítica al presidente Obama arrecia desde los mismos grupos de presión que desde Florida siguen alimentado la idea del castigo, a pesar de que en 53 años solo ha conseguido aumentar el sufrimiento de los cubanos atrapados en una isla sin recursos y el número náufragos que perdieron su vida intentando dejarla.

Para Cuba el desafío tampoco es menor. Los lazos sociales y económicos de este nuevo escenario puede que empiecen por fin a cuestionar el régimen. Sin un enemigo al que achacar desdichas, ¿a quien se referirá Raúl Castro para justificar un modelo económico y político arcaico, desbordado por la iniciativa individual? Desde la caída del comunismo, el embargo era el oxígeno que mantenía a los Castro, por lo que el final de uno podría traer ese otro no menos esperado y devolver a la isla, si no un aire nuevo, al menos la brisa de nuevas libertades y la sensación a todos los cubanos de que lo peor ya ha pasado.