EL CONFLICTO DE ORIENTE PRÓXIMO

Trump ve "muchas posibilidades" para un acuerdo entre israelís y palestinos

El presidente de EEUU se ofrece a mediar en las negociaciones tras reunirse con Abbás en la Casa Blanca

Trump recibe a Abbás (a la izquierda) en el Despacho Oval de la Casa Blanca.

Trump recibe a Abbás (a la izquierda) en el Despacho Oval de la Casa Blanca. / AP / EVAN VUCCI

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":null,"text":null}}Donald Trump se ha sumado a la larga lista de presidentes de Estados Unidos que algún día declararon su convicción en las posibilidades para alcanzar un acuerdo de paz entre israelís y palestinos. “Lo vamos a conseguir”, ha dicho categóricamente tras recibir por primera vez en la Casa Blanca al presidente palestino, Mahmud Abbás. Trump se ha comprometido a relanzar las negociaciones y se ha ofrecido a ejercer como mediador tras subrayar que tienen que ser las partes las que lleguen a buen puerto sin imposiciones externas. “Haré lo que sea necesario para facilitar el acuerdo”, ha dicho el líder estadounidense. Su optimismo y aparente determinación ha sido bien recibida por Abbás, un dirigente que vive de prolongar el eterno camino a ninguna parte de los llamados procesos de paz. “Con usted, señor presidente, tenemos esperanza”, ha dicho el palestino.

Nadie mejor que Abbás conoce, sin embargo, la realidad minada que comporta el desafío. Como le ha recordado Trump, el octogenario líder de la Autoridad Palestina ya estuvo presente en la Casa Blanca cuando Arafat y Rabin firmaron los Acuerdos de Oslo en 1993 con el patrocinio de Bill Clinton. Hoy todo es mucho más complicado que entonces por más que Trump haya afirmado que hay “muchas, muchas posibilidades” para llegar a un acuerdo, una frase que parece calcada de la que dijo Bush en 2004: “Creo que es justo decir que hay grandes posibilidades de establecer un estado palestino”.

Esta vez Trump no ha dado ningún indicio de lo que pretende hacer y ha pasado por alto la letra pequeña del conflicto, sin mencionar los asentamientos judíos o aclarar si el destino final sería un estado palestino en las fronteras de 1967, la formula defendida hasta hace muy poco por la diplomacia estadounidense. Hace tres meses, en su reunión con Binyamin Netanyahu, Trump llegó a sugerir que está abierto a la solución de un solo Estado, presumiblemente un Estado israelí que incluya a los palestinos, una idea con pocos adeptos en la región. “Hay mucho odio, pero con suerte ese odio no durará mucho más”, ha dicho el presidente estadounidense.

También en su aproximación al conflicto, el magnate ha roto con los protocolos habituales. Para poner en marcha las negociaciones no ha nombrado a un veterano diplomático como James Baker, sino a su yerno, el empresario inmobiliario, Jared Kushner, quien también se ocupa de las relaciones con China y México. Casi nada. Y como enviado a la región ha designado a Jason Greenblatt, un abogado que trabajó para la familia del presidente y que ha llegado a decir que “los asentamientos no son un obstáculo para la paz”. Uno y otro son judíos ortodoxos, sin ninguna experiencia substantiva sobre el conflicto.

Por lo que se filtró antes de la reunión, Trump iba a pedirle a Abbás que su Gobierno deje de pagar pensiones a las familias de los palestinos que cometen actos de violencia contra israelís, una demanda que lleva tiempo haciendo Netanyahu. Un grupo de diputados republicanos la han hecho suya y han introducido un proyecto de ley en el Congreso para retirar las ayudas a la Autoridad Palestina si no cumple con el requisito. Lo que sí ha hecho públicamente es “aplaudir” la cooperación de las fuerzas de seguridad palestinas con Israel, una de esas frases que no ayudan a Abbás frente a su opinión pública. “Se llevan increíblemente bien”, ha dicho Trump.

Abbás ha afirmado que es hora de “acabar con la ocupación” y ha subrayado que la solución pasa por la creación de un Estado palestino, con Jerusalén este como capital, que conviva junto a Israel. Nada nuevo, tres años después de su última visita a la Casa Blanca. A sus 82 años, Abbás sigue sin quitarse del medio. Parece dispuesto a morir con las botas puestas.  

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