segunda etapa: lesbos

Tragicomedia griega

JAVIER TRIANA

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en la isla de Lesbos, los refugiados sonríen solo en dos ocasiones: al llegar, por haber sobrevivido a la patera turca, y al partir hacia la Grecia continental, más cerca de su destino.

Hay niños que llegan llorando y abuelos que pisan tierra al borde del desmayo. Han tenido que morir muchos para que su llegada a las islas griegas sea algo menos penosa. Según las últimas cifras de la Organización Internacional de las Migraciones, al menos 591 personas se han ahogado en la arriesgada travesía en el Egeo en lo que va de año. Ahora, las llegadas de pateras son recibidas por una curiosa comitiva: cooperantes que atienden e informan a los migrantes, rateros locales interesados en quedarse con cualquier parte aprovechable de las lanchas y una melé de fotógrafos y periodistas.

Una vez ya con ropa seca (provista por voluntarios), los ancianos y niños podrán hacer el trayecto en coche hasta un primer campamento, cercano a la costa. Otras veces, si no hay medios, se unirán a jóvenes y adultos para hacer a pie esos duros kilómetros por caminos de tierra. Varios autobuses les derivarán después a los campamentos de refugiados de Kara Tepe y Moria, donde serán registrados y permanecerán hasta recibir el documento que les autoriza a quedarse en Grecia legalmente varios meses antes para solicitar asilo político. «¿No podemos ir en taxi?», lamentan sobre todo las clases medias sirias. No pueden, por su condición de ilegales.

Campamento insalubre

La pregunta se repite al llegar al sobrepasado e insalubre campamento de Moria: «¿No nos podemos quedar en un hotel?». Pueden pagarlo, pero tienen que recurrir a tiendas de campaña. Si en Esmirna la venta de chalecos salvavidas era el negocio fácil, en Lesbos los comercios han apostado por el material de acampada. Un olivar de Moria es ahora un improvisado cámping, cuyos árboles van perdiendo ramas. Son necesarias para soportar las frías noches junto a la hoguera.

«Lesbos no está preparada para el invierno», alerta Yves Wailly, coordinador de Médicos Sin Fronteras en Lesbos. «Cuando ha llovido, la gente esperaba al descubierto en Moria, mojándose, con viento. Ahí vimos síntomas de hipotermia». Pueden pasar varios días hasta recibir la documentación necesaria durante los cuales el dinero mengua mientras crece la desesperación. Por eso, todos se apresuran a ir al puerto de Mitilene, la capital de Lesbos, en cuanto obtienen el papel. El primer barco a Atenas debe ser suyo.