«¡Todo el mundo en pie!»

«¡Todo el mundo en pie! ¡Mostrad respeto!»,bramó un cabeza rapada a los periodistas cuando, la noche del domingo, el líder del partido neonazi Amanecer Dorado, Nikolaos Mijaloliakos, entró en la sala de la rueda de prensa. Antes, unos 200 militantes se habían manifestado haciendo saludos fascistas y coreando eslóganes nacionalistas que vitoreaban parte de los vecinos.

Así celebraron el sorprendente resultado electoral que les ha aupado en poco tiempo de ser un movimiento insignificante -solo conocido por sus ataques a inmigrantes y a izquierdistas- a una importante fuerza parlamentaria con el 7% de los votos y 21 escaños. Mijaloliakos, que dedicó el éxito a los«camisetas negras»de su partido, advirtió que la«resistencia nacional»contra el memorando de austeridad, los inmigrantes, los partidos tradicionales y la pornografía (sic)«continuará dentro y fuera del Parlamento».

Los medios de comunicación han reaccionado con estupor al éxito de Amanecer Dorado y Samarás se ha negado a reunirse con ellos para formar gobierno, pero su auge tiene cierta lógica. En barrios obreros del centro de Atenas, ahora deprimidos, los neonazis son dueños y señores. Acompañan a los ancianos al cajero para evitar que les roben, reparten comida a los hambrientos y hacen patrullas nocturnas.«Una vez, un amigo se encontró con que su casa había sido ocupada por inmigrantes cuando estaba fuera»,relató ayer una ateniense a este periodista.«Cuando acudió a la policía, le dijeron que no podían hacer nada pero le dieron el número de teléfono de Amanecer Dorado. Ellos llegaron a la casa, pegaron una paliza a los inmigrantes y la vaciaron», añadió.