Rusia reabre el caso del asesinato de Nicolás II

Una comisión de investIgación determinará, a instancias de la Iglesia ortodoxa, si los cuerpos enterrados en 1998 en San Petersburgo corresponden a los del monarca y su familia

El zar Nicolás II con su familia en un foto tomada en 1914.

El zar Nicolás II con su familia en un foto tomada en 1914. / periodico

MARC MARGINEDAS / MOSCÚ

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Fue un cortejo fúnebre que  apenas despertó expectación. Los ataúdes de roble del Cáucaso que transportaban los restos de Nicolás II, el último zar de Rusia, su esposa, Alejandra Fiódorovna, la piadosa nieta favorita de la reina Victoria de Inglaterra, tres de sus hijas, su médico personal y su ayuda de cámara, atravesaron sin pena ni gloria las calles de San Petersburgo en aquella tarde de julio de 1998, sin que los habitantes de la segunda ciudad rusa se agolparan en las calles para verlos pasar. "Nicolás II se equivocó mucho", explicaba entonces una viandante a EL PERIÓDICO.

Ahora, más de 17 años después de aquellos deslucidos actos funerarios, el caso del asesinato de la familia real rusa vuelve a reabrirse, a instancias de la Iglesia ortodoxa rusa, que aún alberga dudas de que los restos humanos extraídos en una mina de complicada accesibilidad cerca de Sverdlovsk en 1991 -ciudad en los Urales que precisamente aquel año recupero su nombre original de Yekaterimburgo- correspondieran realmente a los del martirizado monarca y su parentela. Este lunes, el comité de investigación ruso ha anunciado que abriría la tumba de Alejandro III el autoritario padre de Nicolás II, en la fortaleza de san Pedro y san Pablo de San Petersburgo, en el marco de la investigación sobre la autenticidad de los cuerpos abierta en septiembre pasado.

SUSPICACIAS ECLESIÁSTICAS

Fueron precisamente las suspicacias del influyente estamento eclesiástico ruso, que en el año 2000 elevó a los altares a los miembros asesinados de la dinastía real, las que deslucieron la misa funeral que se celebro julio de 1998 en la segunda ciudad rusa y a la que asistió, por sorpresa, el presidente Borís Yeltsin. El entonces patriarca de la iglesia ortodoxa rusa, Alexis II, declinó presidir los oficios, que también fueron ignorados por el grueso de la realeza europea. Tan solo asistió, a título personal, el príncipe Michael de Kent.

Los hechos acontecieron en julio de 1918, un año y medio después de haber abdicado Nicolás II, quien pasará a la historia como un desgraciado monarca que ya cuando accedió al trono admitió su falta de preparación para gobernar. Un comunista exaltado, de nombre Yakov Yurovski, ordenó a la familia real y sus sirvientes, en arresto domiciliario en Yekaterimburgo, descender al sótano, donde fueron fusilados. Las grandes duquesas Olga, TatianaMaria y Anastasia, enfundadas en aparatosos corsés, no murieron en el acto y fueron rematadas a bayonetazos.

Los comunistas querían impedir que fuera identificado el lugar de enterramiento, por lo que descuartizaron los cadáveres, los rociaron con ácido sulfúrico, los separaron y los enterraron en la mina. Los restos del 'zarevich' Alexei y de su hermana Maria aparecieron no lejos de allí, en el 2007.