Rendidos a Morales

Evo Morales saluda a sus simpatizantes la noche electoral desde el palacio presidencial.

Evo Morales saluda a sus simpatizantes la noche electoral desde el palacio presidencial.

ABEL GILBERT / BUENOS AIRES

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Noche del domingo. El cielo de La Paz se colorea con algunos fuegos de artificio. Evo Morales sale al balcón del Palacio Quemado junto con sus colaboradores y saluda a la multitud que salta, canta y baila en la plaza Murillo. Ha ganado los comicios con casi el 60% de los votos. Su inmediato seguidor, el atribulado empresario Samuel Doria Medina, ha quedado a 35 puntos de distancia. Es la segunda vez que es reelegido y que repite ese ritual en el balcón de la sede presidencial.

El palacio se llama Quemado porque fue incendiado en 1875. El fuego quedó, desde entonces, como marca flamígera de la inestabilidad política del país: de sus 83 ocupantes, 36 duraron un año o menos y 37 no fueron elegidos por el voto popular. En 32 años ininterrumpidos de democracia, Morales ya es la excepción: en 2020, cuando termine su tercer período de Gobierno, habrá permanecido en el poder 14 años.

El Movimiento al Socialismo (MAS) se impuso en ocho de los nueve departamentos. También en Santa Cruz, la región más rica del país. En el 2007, la elite cruceña no solo hablaba de Morales con el peor repertorio racista: también lo quería fuera del Palacio Quemado. Bolivia se partió en dos: el Occidente indígena y el Oriente próspero que reivindicaba su inmigración europea. El horizonte de la guerra civil estuvo cerca. Siete años más tarde, la figura de El Evo ha podido disolver esas fuertes antinomias. Los empresarios se rindieron ante la evidencia del dinero: nunca ganaron tanto como con el hombre al que consideraban un diablo cobrizo.

¿Qué es la inflación?

Morales no obtuvo el 70% como había augurado. Tampoco llegó al 64% del 2009. Pero después de tantos años de Gobierno el resultado sigue siendo sorprendente. El fenómeno ya no se explica solamente como la historia de un hijo de indígenas aimaras que tuvo seis hermanos, cuatro de los cuales murieron antes de cumplir dos años, y que debido a la situación de pobreza irremediable de su familia tuvo que dar de pastar a las llamas, vender helados, cortar caña, tocar la trompeta o cultivar coca para más tarde liderar a los campesinos hasta su convertirse en presidente del país.

Lo más atractivo y desconcertante de la biografía de El Evo comienza en el momento que llega al Gobierno y realiza un aprendizaje acelerado de la gestión del Estado. En Jefazo. Retrato íntimo de Evo Morales, el extraordinario libro del periodista y escritor Martín Sivak que se ha editado en China, EEUU, toda América Latina y, ahora, en España, se cuenta cómo el excocalero, al entrar al Palacio, no sabía cómo se generaba la inflación en un país que llegó a tener un aumento de los precios del 24.000 anual. Poco tiempo después, el presidente se convirtió en un adalid de la estabilidad fiscal. Bolivia tiene hoy una inflación del 4,3% y reservas internacionales del orden de los 14.430 millones de dólares, contra los 1.714 millones que poseía el Banco Central en el 2005.

Morales ha sabido ampliar su base de representación popular. Se ha convertido en árbitro de los conflictos sociales. El PIB ha pasado de 9.525 millones de dólares en 2005 a 30.381 y, lo que es más relevante, el PIB per cápita, que era de 1.010 dólares anuales, se sitúa ahora en los 2.757 dólares. El crecimiento y la distribución son explicados como consecuencia de la nacionalización de los hidrocarburos. El vicepresidente Alvaro García Linera dijo que, de seguir así, la economía boliviana se equiparará a la chilena en el 2025.

Falta de relevo a la vista

«Gracias por cuidarnos nueve años más», dijo Morales el domingo, como si pensará ya en el 2025. De inmediato, ruborizado, se corrigió: «Perdón, cinco años más». En su noche de celebración, abogó por el nacimiento de «nuevos Evos y Evas». El periodista Sivak, que lo conoce profundamente, cree que Morales debe generar las condiciones necesarias para una herencia. «Que el proceso político esté tan identificado con él sólo ha contribuido a la falta de sucesores potenciales. No han surgido líderes importantes. De hecho, Morales ha concentrado más poder y tomado más decisiones por su cuenta».

El problema del unipersonalismo se agudizará si los legisladores intentan forzar otra reforma constitucional para garantizar la reelección presidencial permanente. En ese sentido, Sivak señala que cualquier tentativa de perpetuidad puede dañar el progreso alcanzado.