VISITA DEL PRIMER MINISTRO ISRAELÍ A ESTADOS UNIDOS

El poder menguante del lobi judío

Netanyahu trata de reconciliarse con la Casa Blanca desde la tribuna de AIPAC

Movilización 8Protestas contra Netanyahu, ayer a la entrada de AIPAC.

Movilización 8Protestas contra Netanyahu, ayer a la entrada de AIPAC.

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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El discurso que Binyamin Netanyahu ofrecerá este martes en la Cámara de Representantes de EEUU para alertar sobre el acuerdo nuclear que negocia la Administración de Barack Obama con Irán es solo la punta de lanza de una ofensiva que se libra fundamentalmente a puerta cerrada. Durante toda la jornada, cientos de miembros de AIPAC, el más poderoso de los lobis proisraelís en Washington, invadirán las oficinas del Congreso para reunirse personalmente con los legisladores y sus asesores. Quieren persuadirlos para que apoyen nuevas sanciones contra Irán. Y aunque solo entrarían en vigor si falla el diálogo, la Casa Blanca ha advertido que arruinarían las negociaciones inmediatamente.

La influencia del Comité de Asuntos Públicos EE UU-Israel (AIPAC) es tan decisiva que los prestigiosos académicos Stephen Walt y John Mearsheimer llegaron a acusar a 'El lobi israelí', el nombre de su polémico libro, de haber secuestrado la política exterior estadounidense en Oriente Próximo para beneficio exclusivo del Estado judío. Aunque no todo el mundo está de acuerdo, nadie duda de su eficiencia. «Son muy buenos cultivando a los congresistas», reconoce el ex jefe de gabinete de un senador. «Tienen asignada a un persona, generalmente un empresario o un líder respetado en su comunidad, que interactúa con el congresista constantemente. Tiene línea directa».

AIPAC no contribuye directamente a las campañas políticas, pero sí lo hacen muchos de sus 100.000 miembros. Por eso la conferencia anual que estos días celebra en Washington es una parada obligatoria para republicanos y demócratas. Especialmente su cena de gala. «En esa cena hay donantes muy, muy, muy ricos», dice el ex jefe de gabinete. «AIPAC toma nota y, si no vas, se asegurará de que sus donantes te castiguen cuando vayas a Denver, Miami o Los Ángeles a poner la mano».

LAS DONACIONES

El 'Washington Post' estimó hace unos años que el 60% del dinero de los candidatos demócratas proviene de donantes judíos y, aunque algunos no sean miembros de AIPAC, sirve para entender la importancia electoral que tiene la defensa de Israel. Es junto a las armas uno de los pocos asuntos capaces de movilizar al votante, según un lobista de la industria.

No hay nada necesariamente conspiratorio en lo que hace. AIPAC, que tiene también un notable apoyo entre la derecha evangélica, opera como el resto de lobis. Su misión consiste en influenciar la política exterior, promoviendo leyes y terciando en su redacción. Pero su alineamiento permanente con la posiciones del Likud y los halcones israelís, está alienando a un sector creciente de judíos estadounidenses, mayoritariamente progresistas y partidarios de la paz con los palestinos. Para ellos nació en 2008 J-Street, pero su poder es todavía limitado.

AIPAC ya no es un lobi infalible, y su influencia está menguando, pese a que pocos se atrevan a llevarle públicamente la contraria, temerosos de que se les tilde de antisemitas. No consiguió, como se había propuesto, que Obama atacara al régimen sirio de Bashar al Asad hace dos años o que pusiera como condición para negociar con Irán el desmantelamiento completo de la infraestructura nuclear.

Pero sigue siendo extraordinariamente efectivo, especialmente en el Congreso. En 2011, cuando los palestinos anunciaron que acudirían a la ONU para declarar su Estado, promovió una resolución rechazando la iniciativa. 465 congresistas la apoyaron en un tiempo récord. Ahora se enfrenta a un momento delicado porque el discurso de Netanyahu ante el Congreso, que la Casa Blanca ha tratado de impedir a toda costa, ha puesto en peligro uno de sus estandartes: Israel como causa bipartidista.

En su comparecencia ante el plenario de AIPAC, Netanyahu trató ayer de apaciguar los ánimos. El primer ministro israelí afirmó que con el discurso «no pretendía faltarle el respeto a Obama» y negó que las relaciones entre los dos países atraviesen un momento de crisis. Pero también dejó claro que siente la «obligación moral» de alertar sobre el «peligro existencial» que comporta para Israel el programa nuclear iraní.