el personaje de la semana

El papa Francisco, un pontífice 'non stop'

Los días se le hacen cortos. Su energía vital y su talento al atraer a los medios de comunicación hacen de Jorge Mario Bergoglio el Papa más carismático e hiperactivo que hemos conocido. Por si faltaba algo, esta semana se ha sabido que de joven fue portero de discoteca.

El papa Francisco.

El papa Francisco.

JUANLU DE PAOLIS

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Desde que estrenó su mandato, la obsesión de este Papa ha sido la de marcar un perfil diferente al del anterior a través de una multitud de acciones que tienen como denominador común un deseo: transmitir cercanía. De hecho, la primera decisión que tomó tras asumir el cargo fue ir a pagar en persona el hotel en el que se había hospedado durante el cónclave. Luego, decidió dar 133 vueltas a la Plaza de San Pedro para saludar de cerca a los fieles montado en un descapotado Jeep y no en el acristalado y distante Papamóvil. Y, por si fuera poco, desde el Vaticano se apresuraron en hacernos saber que le gustaba el fútbol como a la mayoría de mortales.

Este Papa sabe que le ha tocado liderar una institución que no pasa precisamente por su mejor momento. Si una agencia de calificación puntuase el estado de salud de la Iglesia Católica, desde luego estaría lejos de la triple A. Por eso Francisco parece haber empezado una auténtica campaña de márketing. Y eso pasa por una buena venta de su propia imagen. A punto de cumplir 77 años, este Papa ha identificado las necesidades del mercado y está adaptando su producto para ofrecer las satisfacciones que desea ese mercado. En un contexto en el que se reclama justicia social, este Papa ha apostado por acercarse a los más desfavorecidos criticando el capitalismo, gritando «¡vergüenza!» tras el dramático naufragio de Lampedusa o directamente eligiendo el nombre de Francisco en referencia a San Francisco de Asís, símbolo de la entrega total a los pobres. Pero también ha detectado la necesidad de ejemplaridad que reclaman los tiempos que corren y ha lanzado señales en esa línea. Algunas muy serias, como someter al banco vaticano a una ley de transparencia, y otras más caricaturescas, como obligar a los empleados de la Santa Sede a fichar al entrar y salir del trabajo.

Nunca sabremos si las acciones del pontífice son sinceras o no, pero está claro que son inteligentes. Francisco ha sabido leer qué demanda la sociedad y muestra empatía con sus problemas, mientras, por ejemplo, los políticos solo saben fingir comprensión en campaña electoral.

Francisco, el primer Papa jesuita de la historia, demuestra una colosal destreza en el uso de los medios. Sabe colocar titulares, alimentar la dependencia visual de las televisiones como cuando recetó a todo el mundo «Misericordina», e incluso, sabe jugar en campo contrario concediendo largas entrevistas a medios tan poco afines como La Repubblica, prestigioso diario italiano de tendencia progresista. Y por si fuera poco, usa las redes sociales. Con más de 10 millones de seguidores en Twitter y una nueva cuenta del Vaticano en Instagram, este Papa demuestra que es un Papa 2.0. No se extrañen si un día les llega a su correo un e-mail con el siguiente asunto: «Al Papa Francisco le gustaría añadirte a su red profesional de LinkedIn».

Esta sobreexposición mediática está surtiendo efecto. Hasta tal punto que tal vez nos encontramos ante un Papa que cae mejor entre algunos sectores de la izquierda atea, es decir los que no son sus clientes, que entre algunos sectores más rancios de la Iglesia. Es decir, Rouco Varela. El papa Francisco es para algunos sectores progresistas lo que Iker Casillas para muchos barcelonistas: un rival que no cae mal. Porque este hábil pontífice ha sabido, de momento, evitar los temas más espinosos como su radical oposición al matrimonio homosexual o su misteriosa cohabitación con la dictadura argentina de Videla.

Un producto de masas

Pero esta estrategia de márketing también tiene su riesgo: transformar a Francisco en un producto de masas, una especie de estrella del pop que vende su disco a golpe de titular. Como si de una Miley Cyrus se tratara. Y, en cierto modo, esto ya está pasando. Las informaciones que uno puede encontrar en la red sobre el pontífice a veces parecen, aunque sean ciertas, rumores más propios de un ídolo de masas. Podemos leer que fue portero de discoteca, que cuando era Arzobispo de Buenos Aires se desplazaba en metro, que a los 22 años tuvo una novia con la que bailaba tango (debe de ser duro que tu ex sea el Papa) o que ahora le gusta salir de incógnito por las noches a ayudar a los pobres. Algo que ya lo eleva a categoría de superhéroe como Batman.

En definitiva, la hiperactividad del Papa Francisco está dando sus frutos. Pero tantas horas extra pueden provocarle algún contratiempo. Por ejemplo, que un día Dios quiera contactar con él y no lo encuentre. Eso sí, si lo encuentra, desde aquí, humildemente, me gustaría darle un consejo a Dios: si usted desea contactar con un Papa argentino, mejor llame a cobro revertido. Se ahorrará una pasta.