IMPACTO EN EL REINO UNIDO

El origen británico del verdugo conmociona a David Cameron

El 'premier' promete más esfuerzos contra el yihadismo

EL PERIÓDICO
LONDRES

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El primer ministro del Reino Unido, David Cameron, interrumpió ayer sus vacaciones para hacer frente a la crisis abierta por la ejecución del periodista norteamericano James Foley a manos de un encapuchado que «parece cada vez más probable que sea británico», según admitió.

Cameron, que se reunió en Londres con altos cargos del Ministerio de Interior y responsables de inteligencia, condenó la «brutal y bárbara» ejecución del reportero secuestrado. «Dejemos claro lo que es este acto. Es un acto de asesinato, de asesinato sin ninguna justificación», dijo el jefe del Gobierno británico en Downing Street tras la reunión.

Cameron y la sociedad británica trataban ayer de digerir que uno de sus súbditos cometiera un acto tan atroz. «Es profundamente impactante», dijo antes de admitir que Londres no ha logrado aún identificar al responsable individual. El suceso ha puesto de relieve de nuevo la certeza, «de sobras conocida», como apuntó Cameron, de que «muchos ciudadanos del Reino Unido han viajado a Irak y a Siria para tomar parte en la violencia extremista».

NATIVO DE LONDRES / El diario The Guardian cita a un experto lingüista para ubicar el acento del verdugo de Foley, que habla en el vídeo, y lo sitúa en el sudeste de Inglaterra, probablemente de Londres. Un exrehén del ISIL lo identifica como John, un guardián de los periodistas y cooperantes extranjeros secuestrados.

El premier conservador sostuvo que el Reino Unido debe redoblar sus esfuerzos para impedir que otras personas continúen saliendo del país para unirse a los yihadistas. «Retirar los pasaportes a aquellos que están pensando en viajar, arrestar y perseguir a aquellos que participan en el extremismo y la violencia, retirar de internet el material extremista y hacer todo lo que sea necesario para mantener a salvo a nuestra gente. Eso es lo que va a hacer este Gobierno», dijo.

Para Cameron, la sociedad británica se enfrenta a «una lucha generacional» contra un enemigo «venenoso, extremista y violento». «Es una batalla -dijo- contra el islamismo extremista, no contra la religión del islam».