La nueva era en el país del Nilo

«Necesitamos un visionario»

Los egipciosse muestran conscientes de que el ganador afrontará graves problemas

LAURA MILLÁN
EL CAIRO

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En las últimas semanas, la emoción ha tomado Egipto. Los preparativos para las primeras elecciones presidenciales libres de su historia moderna han tomado las calles de todo el país. Los mítines de los principales candidatos han sido multitudinarios y, en un fenómeno sin precedentes, la política han hecho brotar discusiones apasionadas entre los tertulianos de los cafés, las familias en las casas o los pasajeros en el metro.

Los egipcios se han lanzado a debatir sobre el papel del islam en el Estado, sobre el rol del Ejército en el nuevo Egipto o sobre cómo purgar el Ministerio del Interior con la misma intensidad con la que antes discutían sobre los goles del Ahly y el Zamalek, los principales equipos de fútbol del país.

«Necesitamos un visionario, alguien que solucione todos nuestros problemas», asegura el joven Kirolos Emil a la salida de la tradicional misa copta de los viernes. Emil destaca que, tras seis décadas de dictadura militar, los egipcios se enfrentan a la dificultad de elegir el mejor líder:«No es tan fácil. Creo que acabaré votando por eliminación, el mejor entre los peores»,concluye.

La seguridad en las calles se ha convertido en la obsesión de un país en que, hasta hace un año y medio, los robos, los atracos y los disturbios eran anecdóticos.«La seguridad es el principal problema. Nada puede funcionar si no tenemos seguridad en las calles. No puede ser que haya manifestantes muriendo en la plaza Tahrir. No puede ser que la gente queme coches y asalte negocios»,asegura el farmacéutico Ahmed Adel.

Miedo en las calles

Mustafa Mohamed, que regenta una peluquería para hombres en el barrio cairota de Dokki, afirma que votará al exprimer ministro de Mubarak, Ahmed Shafiq, porque cree que solucionará la lacra de la inseguridad.«La policía se retiró de los barrios más pobres tras la revolución, ya no es seguro viajar por carretera de noche. Hay atracos y las mafias lo controlan todo».

En los últimos meses, el control de las mafias locales sobre la distribución de gasolina y gas butano, el aumento de los precios y la escasez de recursos han hecho que cada vez sea más difícil obtener combustible. Las colas ante las gasolineras y los puntos de distribución de bombonas de gas forman ya un elemento más del paisaje urbano.

En una de las colas en el barrio popular de Imbaba, la ama de casa Hayat Ash indica que dará su voto a quien consiga arreglar este problema:«Las mujeres del barrio pasamos días enteros en la cola porque sin gas no podemos cocinar. Si no llegan las bombonas, tenemos que volver al día siguiente», dice.

En el barrio obrero de Shubra al Jeima, en el noreste de El Cairo, centenares de vecinos acudieron a un mitin del candidato liberal, Amro Musa, con la esperanza de oír soluciones. «El precio de los alimentos se ha disparado en los últimos meses y mis hijos no encuentran trabajo», protesta Bahiba Mohamed, cuyo marido trabaja en una gran fábrica de cristal.

Todos los candidatos han prometido devolver a Egipto el esplendor perdido y encabezar una transición que libere al país de la corrupción y la decadencia de los últimos 60 años. En las calles todos recuerdan que derrocar a Mubarak costó más de 800 vidas y un esfuerzo titánico, pero muchos ya se han dado cuenta de que la tarea difícil empieza ahora.