Mohamed VI, estabilidad sin democracia

Mohamed VI y su esposa en el aeropuerto de Rabat, el 15 de julio.

Mohamed VI y su esposa en el aeropuerto de Rabat, el 15 de julio.

BEATRIZ MESA
RABAT

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Desde Oriente Próximo hasta el Atlántico, todos los países árabes se han visto sacudidos desde el 2011 por una oleada de protestas que se han llevado por delante algunos tiranos. Pero la primavera árabe ha tenido otras consecuencias entonces impensables: se han disparado los niveles de inseguridad con la delincuencia común y el terrorismo y las transiciones hacia la democracia se han encallado. Solo Marruecos parece haber logrado superar esta etapa revolucionaria con éxito, representando hoy uno de los países más estables de todo el mundo árabe. Esa estabilidad sirve para que el rey marroquí, Mohamed VI, que el pasado miércoles cumplió 15 años en el trono, pueda presentarse ante su pueblo y ante Occidente como el único valedor de la seguridad y la estabilidad de Marruecos.

«No se puede cuantificar cuántos marroquís se muestran a favor o en contra de la monarquía pero para la mayoría de la población, el monarca representa la paz que el país necesita», aseguró Badia Zerhouni, politóloga de la Universidad de Mohamed V de Rabat. El rey respondió con rapidez al Movimiento 20 de Febrero, que es como se llamó la versión marroquí de la primavera árabe, que hace tres años hizo tambalear algunos pilares de la monarquía.

DE FIGURA SAGRADA A INVIOLABLE / El rey intentó calmar los ánimos prometiendo una reforma global de la Constitución que condujera a la consolidación del Estado de derecho y garantizara la independencia de la Justicia y el respeto de los derechos humanos. Así, prometió que el primer ministro sería del partido que hubiera obtenido el mayor número de votos. Era un discurso revolucionario y rupturista.

Eso sí, el rey, cuya figura tras la reforma ya no queda recogida en la Constitución como sagrada pero sí inviolable, sigue reinando y gobernando. El monarca ostenta el poder tanto en la promulgación de las leyes como en su bloqueo. Y ningún texto puede entrar en el circuito legislativo marroquí sin que sea validado por el monarca.

¿Qué ha cambiado, entonces, tras la reforma constitucional? Según el profesor de Derecho Larbi Benozmane «no ha cambiado gran cosa en la gestión del poder real». «Las causas de la indignación están presentes y es probable que se organice otro movimiento de protesta, que seguramente será más exigente».

PERIODISTAS Y MILITANTES PRESOS / Además, en algunas cuestiones, el país retrocede. La prensa se expone como nunca a la censura y a penas de cárcel. El pasado verano, el periodista, Ali Anouzla, director del diario digital Lakom, fue arrestado y acusado de apoyar tesis terroristas tras difundir un vídeo de Al Qaeda. La movilización de organizaciones internacionales contribuyó a que el periodista saliera de la prisión pero su periódico no volverá a ver la luz.

Wafá Charaf, activista de derechos humanos y miembro del movimiento 20 de Febrero, sigue en una prisión de Tánger. Se enfrenta a la acusación de «dificultar una investigación policial». El respeto del derecho a la manifestación sigue siendo una tarea pendiente, al igual que la condición de la mujer, que a pesar de haber mejorado con el Código de la Familia del 2004, sigue sufriendo una justicia arbitraria y que en ocasiones aún autoriza matrimonios con niñas.

La poligamia o el debate sobre la herencia, que beneficia al hombre, siguen siendo temas tabús para los que, según Omayma Achur, alto cargo del Ministerio de Educación, «nuestra sociedad aún no está preparada». Eso sí, «la integración de la mujer en el mundo laboral es un hecho y cada vez son más las que ocupan altos puestos de responsabilidad. Tenemos incluso gobernadoras», defiende.

En cuanto al analfabetismo o la pobreza, que afectan a una gran parte de la población, mientras que una minoría se enriquece, apenas se están dando soluciones desde el Gobierno, liderado por primera vez por los islamistas del Partido Justicia y Desarrollo. De momento, un innovador programa de salud pública intenta paliar los gastos en medicamentos y asistencia sanitaria de más ocho millones de ciudadanos.

VUELTA A LA CASILLA DE SALIDA / «El rey es hoy más autoritario. Mohamed VI expresó su doctrina en el 2001 de aplicar una monarquía ejecutiva. Avisó que jamás seríamos una monarquía como la española. En el 2011, tras su histórico discurso como respuesta a las protestas populares, se produce un cambio y vemos una evolución hacia la monarquía europea, pero al final hemos vuelto al punto cero. No se aplican las reformas y el monarca quiere guardar el monopolio absoluto», denunció Fouad Abdelmoumni, veterano defensor de los derechos humanos. Y avisa que eso es un error en «una sociedad que no permite más autoritarismo, con una crisis económica y social que se está agravando».

Eso poco importa en un país que representa el Dorado para la inversión extranjera. Marruecos es el lugar idóneo para invertir gracias a una muy barata mano de obra. Tánger, por ejemplo, la puerta de entrada a Europa, está irreconocible. Primero con el levantamiento de un nuevo puerto, Tánger-Med, y ahora con las nuevas obras que preparan para el 2016 un futuro puerto de recreo y el turismo de cruceros. A este escaparate, hay que sumarle otros proyectos de envergadura como el Tren de Alta Velocidad.