dos años conflictivos con China

El despertar militarista

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Los dos años de mandato de Shinzo Abe se recordarán como los más fragorosos con China. La reciente foto en Pekín, donde Abe y su homólogo chino, Xi Jinping, se estrechaban la mano sin mirarse, finiquitaba una larga temporada sin relaciones diplomáticas pero evidenciaba las tensiones actuales.

Abe es un ultranacionalista que ha calificado las condenas al sanguinario imperialismo japonés del pasado siglo como «la justicia de los ganadores». No sorprende, pues, que el pasado año visitara el templo de Yasukuni, donde descansan las almas de los mayores criminales de guerra, y soliviantara tanto a China como a Corea del Sur. Ninguno de sus predecesores lo había pisado en los últimos siete años.

El despertar militarista japonés incomoda sin remedio a los vecinos. Abe puso fin el pasado año a una década de bajadas continuadas en el presupuesto militar con un aumento del 5% para el próximo quinquenio.

Abe también pretende jubilar la Constitución ejemplarmente pacifista a pesar de que el 60% de la población se opone. La reciente e histórica modificación del artículo 9 autoriza el «derecho a la autodefensa colectiva», lo que permite a Japón luchar fuera de su territorio. Dos japoneses se han quemado a lo bonzo (el último, esta semana) como protesta. En abril ya había levantado la prohibición de exportar armas.