POLÉMICA HISTÓRICA

Choque diplomático entre EEUU y Polonia por el Holocausto

Unas afirmaciones del jefe de la CIA sobre los "cómplices" del genocidio nazi indignan a Varsovia

MONTSERRAT RADIGALES / BARCELONA

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El Ministerio de Exteriores polaco convocó este sábado al embajador de EEUU para protestar por un artículo del director del FBI, James Comey, en el que daba a entender que Polonia tiene una parte de responsabilidad sobre el Holocausto.

El artículo, publicado hace unos días en 'The Washington Post', afirma que «en su mente, los asesinos y sus cómplices de Alemania, Polonia y Hungría, y de muchos otros lugares, no hicieron nada malo. Se han convencido a sí mismos de que hicieron lo correcto, de que hicieron lo que tenían que hacer».

Este párrafo ha suscitado una ola de indignación entre los polacos porque, según su interpretación, atribuye a Polonia una parte de responsabilidad en el exterminio de los judíos durante la segunda guerra mundial.

El presidente polaco, Bronislaw Komorowski, lamentó «la falta de conocimiento histórico y probablemente una dosis importante de aversión personal» del jefe del FBI. Por su parte, el embajador de Polonia en EEUU declaró que las afirmaciones de Comey son «inaceptables» y explicó que había enviado una carta al jefe del FBI «protestando por la falsificación de la historia, especialmente por haber acusado a los polacos de perpetrar crímenes que no solo no cometieron sino que fueron víctimas de ellos».

El embajador de EEUU en Polonia, Stephen Mull, que participó ayer en la ceremonia conmemorativa del 72º aniversario de la insurrección del gueto de Varsovia, admitió que culpar del Holocausto a Polonia o cualquier otro país a parte de Alemania es «ofensivo» pero precisó que el mensaje que había transmitido Comey es que «hubo mucha gente que ayudó a los criminales nazis».

Polonia, que sufrió enormente bajo la ocupación nazi, fue indudablemente una víctima de la segunda guerra mundial y siempre se ha visto como tal. Pero siendo también un país donde el antisemitismo estaba fuertemente arraigado -una cuestión que sigue siendo tabú-, no parece haber hecho el proceso de reconocimiento del colaboracionismo de una parte de la población que lentamente han hecho otros países como, por ejemplo, Francia.