Bombardeos con dudas

Los medios de comunicación públicos cierran filas con el Gobierno de Putin y apoyan la misión en Siria mientras que la oposición teme que Rusia se vea arrastrado a un conflicto imprevisible

Huída 8 Sirios que han escapado de la guerra intentan entrar en un campo de refugiados de Macedonia.

Huída 8 Sirios que han escapado de la guerra intentan entrar en un campo de refugiados de Macedonia.

MARC MARGINEDAS / MOSCÚ

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Una semana después del inicio de la campaña de bombardeos diarios en Siria por los cazas, aviones de ataque a tierra y aviones de apoyo Sukhói pertenecientes a la Fuerza Aérea Rusa, comentaristas y medios de comunicación moscovitas comienzan a evaluar las consecuencias para el país que tendrá la misión militar, tanto a corto como a largo plazo.

Mientras una parte de los medios locales ha cerrado filas con el Kremlin, alabando la idoneidad de los ataques aéreos, la fecha elegida y criticando a EEUU y la UE por no centrarse en el objetivo común -la derrota de Estado Islámico- y hablar de «rebeldes moderados», otra, próxima a la oposición, advierte de las «imprevisibles» derivas en las que pudiera incurrir un conflicto que se desarrolla a miles de kilómetros, y en un país con el que Rusia no comparte frontera.

En una conversación con EL PERIÓDICO, Alexander Golts, director de la publicación opositora online Yezhedevny Zhurnal, se alarmó que no ha transcurrido siquiera una semana y en Moscú «ya se habla ya de enviar a voluntarios» a combatir a Siria junto al Ejército de Bashar el Asad.

Abastecimiento

Oficialmente, la postura del Kremlin consiste en que la presencia en Siria se limitará a la Fuerza Aérea Rusa y que no habrá participación en operaciones militares terrestres. Sin embargo, el presidente del comité parlamentario para la Defensa, Vladímir Komoyedov, evocó hace tres días la posibilidad de que «voluntarios» pudieran «aparecer en las filas del Ejército sirio».

Golts, experto en temas militares, cree que en el caso de que se produzca una escalada y Moscú se vea obligada a incrementar su presencia en Siria -con voluntarios o no- podrían surgir problemas de abastecimiento ya que, a diferencia de lo que sucedió durante la guerra de Afganistán en los 80, «no existe frontera común» entre Rusia y Siria.

Según constata Golts, Moscú busca con su campaña militar «salir del aislamiento» y forzar a Occidente a reconocerle como socio indispensable en la resolución de los desafíos globales. La operación fue, a su entender, decidida exclusivamente por el presidente Vladímir Putin ya que «ningún político» de su entorno, -ya sea el ministro de Defensa, Serguéi Shoigu, ya sea el jefe de la Administración presidencial, Serguéi Ivanov- tienen capacidad de oponerse a sus decisiones.

Empotrados

Golts se halla al otro lado de la trinchera ideológica respecto a los medios de comunicación públicos, que realizan una intensa y prolongada cobertura a favor de la misión militar, desplazando a Latakia a sus corresponsales estrella, o incluso integrándolos en unidades regulares del Ejército de Bashar el Asad, a quienes acompañan en misiones de combate. Los periodistas envían reportajes en los que muestran a unos soldados sirios agradecidos del apoyo ruso, y confiados de que, ahora que Moscú ha decidido implicarse en la guerra, la marea bélica cambiará y revertirá a su favor.

Desde las páginas de Izvestia, el comentarista Dmitry Saims calificó la intervención de Putin en la Asamblea General de la ONU y la misión en Siria de «poderosa manifestación del poder de la nueva diplomacia rusa».