DERECHOS DE LOS MENORES

Bofetón a Francia

EVA CANTÓN
PARÍS

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Francia, el país de la Declaración de los Derechos Humanos, recibió ayer un serio correctivo del Consejo de Europa. El organismo con sede en Estrasburgo dictaminó que la legislación francesa no es suficientemente «clara y precisa» respecto a la prohibición del castigo corporal infligido a los niños. En otras palabras, que permite los azotes y las bofetadas como método para reconducir determinados comportamientos infantiles.

Francia viola, por tanto, el artículo 17 de la Carta Social Europea, de la que es signataria desde 1996, que le obliga a «proteger a los niños y adolescentes del abandono, la violencia o la explotación». La decisión del Consejo de Europa no lleva aparejada ninguna multa y su único objetivo es lograr que el Gobierno francés adapte su legislación a los preceptos que se ha comprometido a respetar.

Sin embargo, el toque de atención puede tener otras consecuencias. La primera, reabrir el debate sobre una práctica educativa arraigada que la mayoría de los franceses admiten haber vivido en sus propias carnes y cuya prohibición tendría el rechazo del 80% de la opinión pública, según los últimos sondeos.

La segunda sería abrir la puerta a una posible condena del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Esa es, al menos, la visión de las asociaciones que libran desde hace tiempo la batalla para impedir que tortas y cachetes sean moneda común en la educación de los niños.

«Es una primera victoria y una condena moral muy fuerte», se felicita el doctor Gilles Lazimi, coordinador de la campaña contra la violencia educativa de la Fundación por la Infancia, en declaraciones a este diario. Lazimi espera ahora que el Gobierno mueva ficha y adapte la ley porque, además, no es la primera vez que el Consejo de Europa da un toque de atención al respecto. De hecho, el mismo comité ya había constatado en tres ocasiones que el derecho francés incumplía la Carta Social Europea.

La diferencia, esta vez, es que el veredicto de Estrasburgo deriva de una denuncia colectiva presentada por una ONG contra siete países miembros (Bélgica, Chipre, República checa, Eslovenia, Italia, Irlanda y Francia). Una reclamación que hizo la Asociación para la Protección de los Niños (APPROACH), con sede en Londres, al comprobar la ausencia de una prohibición «explícita y efectiva» de todos los castigos corporales infligidos a los niños. «Esperamos que la decisión del Consejo de Europa tenga alguna incidencia porque, aunque el ministerio está de acuerdo con nosotros sobre el fondo, no quiere una ley. Y sin ley, no habrá cambios», señala Lazimi.

El médico achaca a la «falta de valentía política» del Ejecutivo la situación francesa y lamenta que los derechos del niño no estén en pie de igualdad con los de los hombres, las mujeres e incluso de los animales. «Los niños no tienen miniderechos», advierte.

Los que defienden la prohibición del castigo físico se apoyan en estudios que dudan de los supuestos beneficios pedagógicos de los azotes, que creen contraproducentes e ineficaces por lo que tienen de mecanismo generador de violencia. Sin embargo, muchos observadores ven difícil aplicar una ley que suprima los bofetones, porque podría cuestionar la cada vez menor autoridad de los padres.