VIOLENCIA EN LA CIUDAD DE MESSI

Asalto a la brasileña a Rosario, capital del narco

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Por unas horas, la periferia de Rosario, la ciudad de Leonel Messi, se pareció al Río de Janeiro más salpicado por la crónica roja. Más de 3.000 gendarmes y policías, apoyados por seis helicópteros, ocuparon 25 barrios donde se concentra la disputa territorial entre dos bandas traficantes de drogas. El operativo, sin precedentes en la historia argentina, busca, según el  gobernador de la provincia de Santa Fe, Antonio Bonfatti, «pacificar a la sociedad». En Rosario, la ciudad insignia de Santa Fe, han muerto 93 personas este año como consecuencia del narcotráfico.

El propio Bonfatti fue meses atrás blanco fallido de Los Monos, una de los grupos criminales. Las balas se incrustaron en la fachada de su domicilio. El juez federal Carlos Vienna, quien procesó a 36 narcos y policías ligados a Los Monos, también ha estado en el punto de mira de los delincuentes.

El secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, dijo que las fuerzas federales «permanecerán en el territorio recuperado el tiempo que sea necesario». Nunca una autoridad nacional había reconocido implícitamente que el Estado se había visto en la necesidad de «recuperar territorio» frente al avance del crimen organizado.

Los búnkeres de las bandas rivales se encuentran en el norte y el sur de la ciudad, ubicada a unos 300 kilómetros de la capital argentina. La cantidad de viviendas allanadas -más de 100- da cuenta de la penetración de una red criminal cuyos laboratorios, desarticulados recientemente, tenían la capacidad de procesar 500 kilogramos de cocaína por mes. «Captan a los jóvenes más vulnerables y generan un encadenamiento de violencia muy grave», admitió la intendenta de Rosario, Mónica Fein. «Rosario no se merece el mote de ciudad narco», dijo el ministro de Seguridad de Santa Fe, Raúl Lamberto. Todavía le cuesta explicar cómo el jefe de su policía provincial, el comisario Hugo Tognoli, actualmente detenido, estaba en supuesta complicidad con Los Monos.