análisis

El emoticón de la tristeza

Concentración reciente en favor de la tolerancia religiosa en Manhattan.

Concentración reciente en favor de la tolerancia religiosa en Manhattan.

Antoni Bassas

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La crispación desatada por la mezquita cerca de lazona ceroha evidenciado que, nueve años después, Estados Unidos continúa estirado en el diván del psicoanalista en que cayó deprimido aquel fatídico 11 de septiembre. Y los síntomas no son de mejora.

La blogosfera se ha llenado del tema. «Es la noticia perfecta para nosotros», me reconocía el pasado lunes en Nueva York un alto directivo de The Huffington Post. El tráfico electrónico en favor y en contra de la mezquita ha sido tan intenso en todos los medios que, por unos días, ha parecido que en este país no se discutía de nada más.

Para los políticos conservadores también es la polémica ideal, sobre todo cuando faltan dos meses y medio para unas elecciones. A falta de líder y de programa, los republicanos han decidido que no hay nada de malo en ser el partido delno, como los ridiculizan los demócratas, y han jugado la carta de la negativa a la mezquita como gusta a los partidos: sin matices y a favor de la corriente.

Newt Gingrichha hablado como un hombre de la calle: «Es grotesco erigir una mezquita en el lugar del símbolo más visible de las horribles consecuencias de la ideología islamista radical. Los musulmanes juiciosos, con una normal sensibilidad hacia las familias de las víctimas, se dan cuenta de que está repleto de otros lugares para rezar. No tiene que haber una mezquita cerca de lazona cerohasta que no haya iglesias o sinagogas en Arabia Saudí».

Elnorepublicano aún ha sido más atronador cuando ha oído eldeObama. Si la serpiente informativa del pasado verano puso en tela de juicio el lugar de nacimiento del presidente, este verano ha vuelto la vieja canción de siBarack Hussein Obama es musulmán.

Solo faltó su discurso la primera noche del Ramadán cuando, con un aparente menosprecio para las encuestas y el ojo por ojo tan del gusto de los norteamericano, afirmó que los musulmanes tienen el mismo derecho que todo el mundo a practicar su religión en EEUU, y que eso incluye construir un templo en una propiedad privada del bajo Manhattan. Y lo remató: «Esto es América y nuestro compromiso con la libertad religiosa debe ser indestructible».Bill O'Reillyse preguntó en la Fox News siObamaera un arrogante o un incompetente.

Pero bajo la espuma que llena los canales de noticias y que busca réditos electorales está el preocupante mar de fondo de un país que se pregunta en voz alta si su exitosa máquina de hacer estadounidenses ha fracasado con los musulmanes. La locura del oficialNidal Malik Hassanmatando 12 compañeros de filas en una base militar de Tejas, el pasado noviembre, acabó de encender todas las alarmas.

Crisis de identidad

Uno de los responsables en Washington D.C. del Consejo de Relaciones Americano-Musulmanas (CAIR) me explicaba con una sonrisa resignada que ya se ha acostumbrado a que un agente de policía entre en el avión justo antes del despegue y, ante la mirada alarmada del resto del pasaje, le vuelva a pedir los papeles a causa de sus inequívocos rasgos.

Aun así, la islamofobia sería una patología temporal si no fuera que hunde sus raíces en el terreno envenenado de una aguda crisis de identidad nacional. Desde la victoria en la segunda guerra mundial, al menos tres generaciones de estadounidenses habían gozado de unos enormes superávits de autoestima.

No es que tuvieran pocos enemigos, pero se sentían fuertes y seguros, protegidos por sus misiles y por dos inmensos océanos. El 11 de septiembre del 2001 rompió el mito. Después, China ha acabado de emerger, Arizona ha construido un muro en la frontera con México,BushyObamahan tenido que dedicar montañas de dólares de los contribuyentes a salvar el capitalismo, centenares de miles de familias no han podido pagar la hipoteca, el paro no baja del 10%, las tropas vuelven de Irak en medio de la indiferencia y la mayoría sospecha que la guerra de Afganistán no se está ganando.

Una lectora deThe New York Times,disgustada por la reacción intolerante contra la mezquita de lazona cero,escribió lo siguiente hace unos días: «Este no es el país en el que nací y crecí. Este no es el país en el que creo». Sus compatriotas conservadores afirman, todos los días, exactamente lo mismo.

Corresponsal de TV-3 en EEUU