ANOMALÍA METEOROLÓGICA EN RUSIA

Vodka contra el calor

Un grupo de niños se refresca en una fuente pública en Moscú, el viernes.

Un grupo de niños se refresca en una fuente pública en Moscú, el viernes.

DMITRI POLIKÁRPOV
MOSCÚ

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Desde hace varios días, millones de moscovitas comienzan su mañana de idéntica manera. Entran en el baño, abren el grifo de agua fría y dejan correr el agua unos cuantos minutos para que no queme. Después, pueden lavarse la cara y ducharse antes de ir al trabajo.

No es la única novedad. Muchos también duermen en el suelo bajo sábanas mojadas, guardan por la noche la ropa del día y los zapatos en la nevera y aprovechan cualquier posibilidad de refrescarse con aguas de una fuente que encuentran por la ciudad. Y todo eso para ganarle unos grados al insoportable calor.

Se alcanzaron ayer en Moscú los 34 grados centígrados, lo que rompió el récord alcanzado en 1951. El servicio meteorológico ruso emitió el viernes una«alerta de altas temperaturas»para la capital que se declara cuando las máximas diarias superan los 30 grados durante más de cinco días. La ola de calor llegó a Rusia en la última semana de junio y, según las previsiones, las altas temperaturas se mantendrán al menos una semana más.

Descanso al mediodía

El jefe del Servicio Sanitario de Rusia, Guennadi Oníshenko, pidió la semana pasada a los dueños de empresas y jefes a prolongar el descanso de mediodía de los trabajadores. Algunos organismos públicos ya restringieron la atención al público. Pero solo un 30% de los empleados, según los sondeos, están a favor de una«siesta de verano». Para los que están en contra, su oficina con aire acondicionado es en un oasis donde pueden respirar en medio de una quemazón.

Los que no tienen climatizadores se apañan como pueden. Los jefes dejan a sus empleados ponerse pantalón corto y sandalias, así como otro tipo de ropa más propio para ir a la playa. Los que trabajan en un despacho individual cerrado a los ojos ajenos se encuentran en condiciones privilegiadas: «Avísame con cinco minutos para que me de tiempo a ponerme la ropa».

Las conversaciones en el transporte público parecen un boletín de guerra. De repente fallan todas las cosas. Los cables de internet no aguantan, los ordenadores se apagan y los cajeros automáticos se vuelven locos. Falla incluso el metro. Una de las líneas dejó de funcionar ayer por un apagón.

Vivir en Moscú a 35 grados centígrados es una hazaña. Más aún porque los rusos usan métodos cada vez más bárbaros para aguantar el calor. Miles de personas se escapan a playas improvisadas a las orillas del río Moskva, así como a numerosos estanques y pantanos de las afueras de la ciudad. Para relajarse antes de bañarse prefieren vodka caliente y otras bebidas alcohólicas, a pesar de las advertencias de los médicos.

Según el Ministerio de Situaciones de Emergencia, el pasado mes de junio murieron ahogadas más de 1.200 personas en todo el país, y otras 233 entre el 5 y el 12 de julio, el 95% en lugares donde está prohibido bañarse.«La mayoría de los ahogados estaban ebrios. Los niños murieron simplemente porque los adultos no estaban cuidándolos», dijo Vadim Serioguin, portavoz del Ministerio. La cifra de los que murieron ahogados en Moscú desde el comienzo de la temporada se duplicó respecto al año pasado.

Además, el aumento de temperaturas ha destruido casi 10 millones de hectáreas de cultivos y llevado a la declaración del estado de emergencia en 17 regiones rusas. Se trata de zonas desde los Urales, en el sur, y la de Rusia centroeuropea al Volga.