EL FUTURO DEL RÉGIMEN CASTRISTA TRAS LA LIBERACIÓN DE PRESOS POLÍTICOS

¿Nuevo ciclo en Cuba?

Un taxi con tracción animal, en la ciudad cubana de Santa Clara, ayer.

Un taxi con tracción animal, en la ciudad cubana de Santa Clara, ayer.

ABEL Gilbert

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«Los días parecen estar contados», sentencióGranma, el diario del Partido Comunista (PCC), el pasado viernes. No hablaba de una forma de ejercer el poder sino delwaka waka. La única voz del Estado le dedicaba más espacio a Shakira que a la decisión de Raúl Castro, anunciada ante los obispos, de excarcelar a 52 disidentes. Los cubanos saben hace mucho tiempo que los medios no reflejan la realidad. La calle sabe leer los silencios. Por eso, muchos quieren creer que el «hermano menor» ha dado una señal inequívoca: la transición ahora empieza de veras. El país cambia o se lo devora la historia, como pronto ocurrirá con la canción oficial del Mundial de Suráfrica.

La Iglesia católica está convencida de que en el futuro les aguarda un papel aún mayor después de recibir la noticia de las excarcelaciones. «La sociedad necesita un proceso de diálogo y entendimiento y creo que lo que estamos haciendo es eso», dijo ayer el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos, monseñor Dionisio García, quien participó junto con el cardenal Jaime Ortega y el ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, del encuentro con Raúl Castro.

Las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno dieron un giro en abril cuando Ortega intervino ante las autoridades para que se terminara con el acoso contra las Damas de Blanco, el grupo de esposas y madres de presos políticos que desde el 2003 reclaman la liberación de sus familiares. Semanas después aterrizó en La Habana el secretario de Estado del Vaticano, Dominique Mamberti. El canciller Bruno Rodríguez habló de «fructíferos intercambios».

Sin embargo, la medida adoptada con la disidencia es un gesto del Gobierno que excede a la Iglesia. Desde que Raúl sustituyó a su hermano Fidel, en Cuba se autorizó el pluriempleo, el pago de un salario por productividad y se han entregado un millón de hectáreas de tierras ociosas en usufructo, sin resultados a la vista. Cada vez se cosecha menos caña de azúcar en una isla que importa el 80% de sus alimentos y cuya capacidad de financiación se ha agravado a niveles inéditos por la caída del precio del níquel y del turismo.

Castro sabe que está urgido de inversiones externas. Por el momento, espera un guiño de los chinos. Necesita, además, normalizar sus relaciones con la UE y avanzar, con otros ritmos, en la recomposición de sus vínculos con EEUU. El caso de los 52 disidentes, dicen los especialistas, reclama ser observado dentro de esas urgencias y, a la vez, como un intento de frenar otra crisis.

Días atrás, Castro destituyó a José Hernández, quien ejercía de ministro de la Industria Ligera, la encargada de fabricar lo que se suele obtener en el mercado negro: ropa, calzados y muebles. La remoción es precedida por otros casos escandalosos y coincide con una polémica sorda pero que amenaza con propagarse.

CONTRARREVOLUCIÓN / Esteban Morales, el director honorario del Centro de Estudios sobre EEUU de la Universidad de La Habana, un académico que solía presentarse en el programa televisivoMesa Redonda, habría sido separado del PCC como consecuencia de un artículo publicado en abril en la página de la Unión Nacional de Escritores y Artistas (UNEAC), y en el que sostuvo que «la corrupción es mucho más peligrosa que la llamada disidencia interna».

A su criterio, «la contrarrevolución, poco a poco, va tomando posiciones en ciertos niveles del Estado y del Gobierno». Ella controla el mercado negro y espera que «cuando la revolución se caiga pueda producir el traspaso de los bienes estatales a manos privadas, como tuvo lugar en la antigua URSS».

Un exdiplomático, Pedro Campos Santos, salió en defensa de Morales en las distintas páginas de debates sobre la situación cubana que ya proliferan en la red. «¿No se puede ser honesto y militante del Partido a la vez?», se preguntó.

El debate también se escuchó en la 10ª Semana Social Católica, celebrada en junio en La Habana. Aurelio Alonso, reconocido intelectual marxista, dijo: «De nuestra capacidad para dar respuesta al diálogo dentro de la nación depende que estemos en condiciones de afrontar el diálogo con la emigración».

Autor de los libros 'Cuba de vuelta' y 'Cerca de La Habana'.