Vivir más allá de un campo de desplazados
En los días inmediatos al terremoto del 12 de enero de 2010, se crearon en Haití más de 1.500 campos de desplazados en los que se asentaron un millón y medio de damnificados. Desde entonces, poco a poco han ido desapareciendo. Según las últimas cifras publicadas por la Organización Internacional de Migraciones (OIM), más del 95% han sido cerrados. Place Boyer, el primer campamento eliminado en Puerto Príncipe, es hoy una gran plaza pública con árboles y fuentes. Nerette, otro de ellos, se ha convertido en un campo de fútbol donde juegan los niños del barrio.
Sin embargo, el destino de sus habitantes no ha sido siempre tan positivo. La mayoría de ellos se acogió a un programa de ayudas para el alquiler que concedía el gobierno con la colaboración de instituciones como la OIM o el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En total, cada familia recibía 500 dólares para alquilar una casa durante todo un año. Según los responsables del programa, la experiencia ha sido un éxito, pero no todos piensan lo mismo. Sobre el terreno, muchas familias reconocen que el dinero no es suficiente y apenas pueden alquilar pequeños cuartos donde malviven hasta seis personas. La vida fuera del campo, aseguran, no ha cambiado demasiado para ellos.
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