UNA HISTORIA DE GRÀCIA

La casa de la pedagogía

El Centre Moral i Instructiu de Gràcia, entidad cultural con casi 150 años de historia, enseña ajedrez, dominó y, sobre todo, teatro

Sede del Centre Moral, construida por un discípulo de Gaudí.

Sede del Centre Moral, construida por un discípulo de Gaudí.

JUDIT DEIG / BARCELONA

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Su nombre hace referencia al pasado de la institución, pero también habla de la esencia del edificio, muy vigente en su actualidad. El Centre Moral i Instructiu de Gràcia (Ros de Olano, 9), hoy una entidad cultural, se ha dedicado a lo largo de su existencia a la pedagogía, primero en forma de escuela y, ahora, con múltiples actividades culturales instructivas (ajedrez, dominó y y teatro).

En 1869, la institución nació en oposición a las escuelas laicas de la época. En sus aulas, llegó a acoger a un total de 900 alumnos. Los Lluïsos de Gràcia y els Germans de la Salle fueron las congregaciones religiosas que impulsaron el proyecto educativo. "Antes las entidades eran cerradas; hoy en día estamos abiertos a todo, a todas las personas mientras respeten las raíces de este lugar", asegura Carlos Pablos, 62 años, presidente de El Centre.

DISCÍPULO DE GAUDÍ

En 1904, se construyó la actual sede de la institución. La obra fue dirigida por el arquitecto Francesc Berenguer Mestres, discípulo de Antoni Gaudí.

El Centre, que tiene 500 socios, se divide en dos partes: una con diversas salas dedicadas a diferentes actividades como el ajedrez, el club de dominó, el tenis de mesa o los idiomas; y, por otro lado, se encuentra el espacio estrella del lugar, su teatro. Una sala de actos con capacidad para 200 personas. Además, una de las principales fuentes de financiación cuando se alquila. "Tenemos un concierto con el distrito de Gràcia y contamos con las cuotas de socio, pero, para nosotros, el teatro es una joya, lo mejor que tenemos". En sus orígenes, estaba dedicado al canto coral de L'Orfeó Montserrat.

En la coral se conocieron los padres de Salvador Mercader, de 74 años, uno de los socios más veteranos. Mercader recuerda con cariño el reconocimiento a los 75 años de socio a su padre, la medalla de oro y brillantes. "Mi padre no pudo subir al escenario a recibirla por la emoción. Tuvieron que bajar a ponérsela", recuerda. "Para mí este centro es lo máximo. Desde pequeño he vivido este lugar; como mi padre".