CRÓNICA

El amigo de Barceló

El artista mallorquín presenta el libro de Enrique Juncosa

El editor Enrique Murillo, el pintor Miquel Barceló y el escritor Enrique Juncosa, ayer en La Central del Raval.

El editor Enrique Murillo, el pintor Miquel Barceló y el escritor Enrique Juncosa, ayer en La Central del Raval.

ELENA HEVIA
BARCELONA

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No importa que Miquel Barceló sea uno de los artistas plásticos más reconocidos del mundo. Tampoco que  sus apariciones en público se hayan hecho cada vez más raras. De regreso de su casa de Mallorca, París o del Himalaya (por el que cambió su querencia africana), el pintor siempre está dispuesto a echarle una mano a sus amigos. Y el amigo en este caso es de infancia, Enrique Juncosa , mallorquín también, que ha debutado en la ficción pasados los 50 con el libro de relatos Los hedonistas (Los libros del lince).

Así que ayer en La Central del Raval, con el pleno de la comunidad mallorquina en Barcelona, entre la que se contaban el realizador Agustí Villaronga y el periodista Emilio Manzano, Barceló se centró en las virtudes de Juncosa, reconocido crítico de arte, que fue director del Irish Museum of Modern Art de Dublín y traductor de Colm Tóibín. Dio cuenta de las distintas reencarnaciones de su amigo desde que a principios de los años 70 quiso ser dibujante de cómic, más tarde compositor de música contemporánea y después impenitente viajero, algo que sí consiguió como puede apreciarse por las localizaciones exóticas, especialmente del sudeste asiático, de los relatos. «Juncosa me compró un cuadro, que tardó muchos años en pagar, cuando yo apenas vendía nada en Barcelona», recordó el pintor.

Por las páginas del libro se pasean  figuras como Somerset Maugham, James Baldwin -en la etapa en la que vivió en Estambul-, Joan Miró  y el conde de Villamediana -que siempre arrastro fama de mujeriego, pero al que el escritor vincula eróticamente con el rey ¡Felipe IV!

Sin duda uno de los mejores relatos del libro, y así consta en el prólogo de Vicente Molina Foix, es La estrella de cine y el pulpo,  que recoge un episodio autobiográfico del que Juncosa no tiene recuerdos. «Al parecer, la actriz de cine Jean Seberg, junto con su marido, el escritor Romain Gary, veraneó cerca de nuestra casa y me trató con mucho cariño cuando yo tenía 6 años. Me impresiona la idea de que un año después se suicidara». Barceló, admirado por el relato, sugirió que solo Antonioni podía haberlo llevado al cine.