MUNDIAL DE F-1

Cuando Vettel chuleó a Alonso

El monolaza de Alonso sale de la pista en Suzuka

El monolaza de Alonso sale de la pista en Suzuka / cmm

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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La diferencia entre Fernando Alonso y Sebastian Vettel ha quedado demostrada en Suzuka, de forma anecdótica, sí, pero muy significativa, en los últimos minutos del gran premio. Mientras el bicampeón asturiano lamentaba, con la boca pequeña, pero serio, muy serio, demasiado serio, que su coche es el mismo desde hace seis carreras y que así es imposible pelear por la victoria tan necesaria para 'campeonar', Guillaume 'Rocky' Rocquein, el ingeniero de pista del bicampeón alemán, le gritaba por radio "¡ten cuidado con lo que haces, ten cuidado!" a su pupilo, alarmado por la velocidad a la que Vettel estaba dando la última vuelta.

Ese es el retrato, el espejo, la realidad de la actual F-1 y, sobre todo, del Mundial que persiguen, ahora sí en solitario, Alonso y Vettel. Mientras el asturiano va montado en un coche menos veloz y competitivo que el del resto de favoritos (Red Bull, McLaren, Lotus y hasta Sauber, como ha demostrado hoy Kamui Kobayashi, son mucho mejores), el niño mimado de Alemania, el heredero de Michael Schumacher, pilota un auténtico bólido de carreras, un cohete, tan veloz, tan fiable, tan moderno, tan aerodinámico y, sobre todo, tan al día, que en Japón se ha permitido hoy el lujo de ganar logrando el ansiado triplete: 'pole position' el sábado y victoria y vuelta rápida en carrera.

De ahí la alarma del bueno de 'Rocky', que temió que Vettel, como también pensó todo el 'paddock' en ese instante, estuviese arriesgando en exceso al querer lograr (bueno, en realidad, mejorar, pues ya la poseía) la vuelta rápida en carrera en su último giro, una auténtica ostentación del poderío de su monoplaza, capaz de dominar con facilidad el gran premio (el brasileño Felipe Massa quedó segundo a más de 20 segundos) y, encima, hacer alardes de potencia, control y habilidad en la última vuelta, justo cuando, cualquier otro (de ahí los gritos desde el muro de "¡ten cuidado, ten cuidado!") hubiese negociado su giro más lento.

Alonso y la casi nula evolución del Ferrari ha hecho que la pareja italiano-española haya perdido, en las últimas cinco carreras (Hungría, Bélgica, Italia, Singapur y Japón), el doble de puntos que el tándem Vettel-Red Bull, ya que los latinos han sumado 40 puntos mientras sus oponentes totalizaban 80. No hay esa diferencia, evidentemente, entre las manos de Alonso y las de Vettel, pero sí puede haberlas entre el monoplaza rojo y el azul, entre las ideas que crean en Maranello y la magia de Adrian Newey.

Lo que resulta evidente y demuestra el grito de 'Rocky' a Vettel, es que en el mini Mundial que empieza en Corea del Sur la próxima semana y seguirá en India, Abu Dabi, Estados Unidos y Brasil, el bicampeón alemán tiene todas las de ganar. Reducidas a casi cero las posibilidades de los otros candidatos (Kimi Raikkonen está ya a 37 puntos de Alonso; Lewis Hamilton, a 42; Mark Webber, a 60 y Jenson Button, a 63), el pulso entre Alonso y Vettel será, en efecto, espectacular pero muy mermado por la mecánica, factor decisivo cuando se trata de un deporte donde el coche o la moto influyen tanto.

Y, la verdad, nadie espera un milagro de Ferrari. Sí de Alonso, que siempre creyó estar viviendo un sueño del que todos los demás acaban de despertar.