El baile del lapao

ALBERT SÁEZ

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Dicen algunas voces que la decisión de las Cortes de Aragón de crear una nueva lengua, el "lapao", para designar la que utilizan los habitantes de la franja colindante con el territorio administrativo de la comunidad autónoma de Catalunya, es la respuesta lógica a la antipatía que genera el pancatalanismo. Sin negar la necesidad de autocrítica de ciertos chiringuitos que se han pagado con los impuestos de los catalanes, lo cierto es que acusar a las víctimas de ser los verdugos no deja de ser paradójico. Para los que piensan que la vida empieza en la Constitución de 1978 -la desmemoria no es inocente-, todo debe responder a la lógica autonómica mientras que la gente les queda en un segundo plano. La pertenencia secular de ciertas parroquias de esa franja al obispado de Lleida como la de algunas de la provincia de Castellón al de Tortosa era y es para los conversos de las comunidades autónomas una anomalía que había que solucionar. En el caso de Aragón lo consiguieron creando el obispado artificial de Barbastro-Monzón en pleno proceso de desertización y de secularización. Pero claro, los parlamentos autonómicos tienen competencias para crear lenguas y la Iglesia puede despilfarrar si de lo que se trata es de contrarrestar el afán expansionista y colonizador de los catalanes. Ese es el relato dominante en una España que solo sobrevivirá si un día amanece federal.

Pero, bueno, siempre habrá algún destacado dirigente catalán y catalanista que ante esta suerte de despropósito dirá que la culpa es del Estatut, esa osadía que los parlamentarios elegidos por los ciudadanos de Catalunya presentaron por la vía legal y pactada de la reforma en las Cortes, que negociaron hasta el acuerdo y que el Tribunal Constitucional cepilló con nocturnidad y alevosía tras someterlo a referendo. Todo ello ocurre cuando se está gestando ya el próximo agravio. Resulta que el año 2012, mucho antes de la efervescencia independentista, cuando la Unión Europea relajó los objetivos de déficit para España, la comunidad autónoma de Catalunya pidió que todas las comunidades autónomas sin excepción se beneficiaran de un tercio de esa ampliación del techo de déficit. El ministro Montoro respondió con su habitual mantra del exceso de gasto y el PP de Catalunya instó a Mas a cortar con más energía si cabe. Ahora, Montoro ha cambiado de opinión porque el presidente de la Generalitat (valenciana) le ha amenazado con darse el piro. Catalunya, agazapada tras Valencia, recibirá este año un poco de oxígeno no en forma de aumento de ingresos sino de margen de endeudamiento con un tipo de interés fijado por el Gobierno español. Pero como para Montoro es más importante el fuero que el huevo, este reparto equitativo del déficit será asimétrico para salvar los servicios sanitarios y educativos de Valencia y para oficiar una especie de simulacro de concesión a Catalunya bajo el patrocinio de la conjura del Empordà contra Mas. A Mas le darán lo que a Fabra (y a los valencianos) les conviene pero pasará como otro latrocinio catalán. Ese es el relato que alimentará otro agravio imaginario. Veremos que inventan dentro de dos o tres años como "legítima" respuesta. Y mientras, CiU eternizada en el poder en Catalunya por la gracia de un imputado en el caso Treball, los conjurados del Empordà y la prensa que hace volar a las vacas.