"Nadie me miró a los ojos y me dijo: '¿Cómo estás?'"

Lynne McIntyre, una de las impulsoras de la Women's March de Barcelona relata su brutal experiencia con la depresión posparto.

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«Nadie me miró a los ojos y me dijo: ¿Cómo estás?»_MEDIA_2 / RICARD CUGAT

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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La multitudinaria Women's March (Marcha de Mujeres) en Washington contra Trump y las políticas de extrema derecha tuvo cerca de 300 réplicas, entre ellas la de Barcelona. Lynne McIntyre (Filadelfia, 1970) fue una de las mujeres que el sábado pasado se manifestó en el centro de la capital catalana.

-Hace seis meses que se mudó de Washington a Barcelona y ya ha ido a manifestarse.

-El compromiso social es el hilo conductor de mi vida. Vengo de una familia católica de origen irlandés y soy la pequeña de siete hermanos. Crecí en un suburbio de Filadelfia, pero en aquel ambiente conservador me aburría; yo me sentía ciudadana del mundo. A los 14 años ya era socia de Amnistía Internacional y pedí permiso a mis padres para llamar a África y pedir la liberación de un preso. Mi padre se llevó las manos a la cabeza: «¿Pero de dónde ha salido esta niña?»

-Estudió, vivió y trabajó como periodista y documentalista en distintos países . Pero su primer embarazo lo cambió todo.

-Casi inmediatamente después del nacimiento de mi hijo, en el 2004, me derrumbé. Sufrí durante meses sin que nadie se enterara. La gente me felicitaba porque había recuperado enseguida mi silueta, pero la realidad es que no comía. Tampoco salía de casa. Me quedaba ante el armario, llorando, incapaz de decidir qué ropa ponerme. No sabía que esto era un síntoma de depresión.

-¿Nadie se dio cuenta?

-No. Yo escondía lo que sentía y los demás pensaban que mi fatiga extrema y mi angustia formaban parte de mi manera de vivir la maternidad. Una noche, después de dar de mamar a mi hijo, pensé en subir al terrado del edificio y tirarme.

-¿Qué le impidió hacerlo?

-Sencillamente pensé que no era lo suficientemente alto para matarme. Lo que me da rabia es que, aunque ya se sabía mucho de la depresión posparto -que es la complicación más común en el último trimestre del embarazo-, en todo aquel periodo nadie me miró a los ojos y me preguntó: «¿Cómo te sientes?».

-Con la ayuda de un grupo de apoyo, terapia y un antidepresivo, lo superó. Y dejó el periodismo para ser psicoterapeuta.

-Aquella experiencia me ayudó a encontrar mi verdadera vocación. Pertenezco a Postpartum Support International [www.postpartum.net], un grupo de apoyo que ofrece a las madres y a las familias acceso a recursos y profesionales especializados, y quiero continuar esta labor en Barcelona.

-¿Cómo siguió las elecciones a 6.500 kilómetros de Washington?

-Nos despertamos todos a las tres de la madrugada para que mis hijos vieran en directo a la primera mujer presidente de Estados Unidos y cuando salió el resultado lloré. Durante la campaña afloró un país machista y racista, pero jamás pensé que alguien tan grosero como Trump pudiera salir elegido. Yo siempre me he sentido feminista pero ahora sé que, además, tengo que actuar. Es necesario, casi obligatorio.

-Por eso se unió a la marcha de Barcelona.-Una semana antes busqué Women March Barcelona en internet y me salió un evento de Facebook que había colgado Stephanie Loveless. Sin conocernos de nada y en muy pocos días, unas cuantas mujeres, la mayoría estadounidenses que viven aquí, lo organizamos todo para la marcha, aportando cada una lo que sabía hacer.

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-La vida de la Women's March Barcelona va más allá del acto del sábado.

-Una marcha es importante, pero no cambia nada y, además, no es un problema exclusivo de Estados Unidos. Yo acabo de llegar y tengo muchas cosas que aprender, pero este no es un movimiento solo para estadounidenses. Necesitamos que otras mujeres se involucren porque solo juntas podremos conseguir cambios, allí y aquí.