Gente corriente

«¡Apúntate a algo que no hayas hecho nunca!»

Exempresaria textil, Eva Rodríguez convierte su antiguo taller familiar en un espacio para la creatividad consciente.

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«¡Apúntate a algo que no hayas hecho nunca!»_MEDIA_2 / DANNY CAMINAL

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GEMMA TRAMULLAS

Medio centenar de mujeres (y un hombre) han confeccionado las más de mil muñecas Nineka que se exponen en el castillo de Cornellà hasta el 26 de marzo. Las Ninekas se venden a 10 euros y las ganancias se destinan a la investigación del cáncer infantil. Uno de los locales donde las ninekaires han trabajado durante meses es Une Tu Creatividad, el espacio que impulsa Eva Rodríguez y que según una de las mujeres que lo frecuentan es «un lugar mágico».

-¿Qué había antes en este local? Durante muchos años fue una empresa textil familiar que daba trabajo a diez personas. La abrió mi madre y a los 14 años yo dejé los estudios para incorporarme. Hacíamos colecciones y vendíamos muy bien.

-¿Le gustaba el trabajo? No me lo planteé nunca, pero a partir del año 2000 entré en una decadencia general. Cada vez me sentía más egoísta y tirana. Adelgacé mucho, se me caía el pelo, perdía memoria, y no paraba de llorar y de quejarme. Tenía 40 años y me había inventado un personaje que no me gustaba. No sabía quién era, ni qué quería hacer con mi vida. Sentía un vacío existencial total.

-Mucha gente se siente así en algún momento de su vida. Hay que intentar liberar lo profundo, sentir quién eres, aquietar la mente, amarte, ayudarte, comprenderte, para luego salir al exterior y ser tu mejor versión en lo cotidiano. No hace falta meditar todo el día, ni escalar el Everest. ¡Apúntate a algo que no hayas hecho nunca! Cuando te atreves a hacer algo que te da miedo, abres la puerta a vivir desde otro lugar y de otra manera.

-En el 2010 se atrevió a cerrar el taller. Mi madre quería jubilarse y no entendía nada. Toda la vida luchando por la independencia económica para sostener a sus hijos sola y yo voy y le salgo con esas. «¿Qué será de ti mañana?», me decía.

-Una reacción natural. Yo tenía mis ahorros, pero al principio esto también me preocupó mucho y me puse a hacer mil cosas que no me llenaban.

-¿Ya no le preocupa? No, a raíz de cerrar, de atreverme a hacer algo que me daba tanto miedo, la propia vida me ha ido trayendo siempre aquel maestro, aquella amiga, aquella persona que he necesitado. Hace tiempo que no planifico los días. No sabría decirle de qué vivo, pero comer como todos los días.

-En el 2012 transformó el antiguo taller familiar en el espacio Une Tu Creatividad. Aquí trabajamos la creatividad como herramienta de crecimiento personal, pero no en el sentido limitador de dibujar o pintar bien sino en el de crea-ti-vidad, es decir: crea tu vida. Todo es un proceso creativo y, si estás abierto a crear tu vida, te conviertes en una fuerza transformadora.

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-Entre otras actividades, aquí vienen decenas de mujeres a hacer Ninekas, el proyecto impulsado por María Rascón. Para mí Nineka no es un proyecto solidario, sino de consciencia, por eso en la exposición 1000 i una Nineka he participado con una intervención artística titulada Esferas de consciencia. Aquí vienen muchas mujeres y todas nos vamos empapando de todas; nos entregamos en el aquí y el ahora y nos cuidamos entre nosotras. Compartir lo que somos nos da la posibilidad de vivir la humana unidad, es decir la humanidad. Esa es la fuerza transformadora de la creatividad.

-¿Su madre la ha comprendido al fin? Cuando cerré la empresa estuvimos casi un año sin hablarnos, pero ahora está encantada. Ve que doy cursos, cuando antes no me atrevía a hablar; que el Ayuntamiento de Cornellà y el Centre de Recursos per a les Dones me apoyan; que aquí pasan cosas preciosas... Yo también he cambiado mucho y por fin podemos ser madre e hija.