Manuales con historia

El libro de texto es el método de enseñanza dominante, pese a las experiencias innovadoras que ha habido en el último siglo

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MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Con un conejito. Así empezaba el pedagogo, psicólogo, médico y maestro belga Ovide Decroly sus clases allá por los inicios del siglo XX. Llegaba Decroly al aula y depositaba un animalito sobre una de las mesas. Ese conejo, con el que inevitablemente los alumnos empezaban a juguetear, era la excusa a partir de la que el maestro planteaba al grupo la necesidad de construir una conejera, de informarse sobre qué comen esos bichos y de contactar con campesinos y carpinteros para obtener verduras y la madera necesaria para la caseta. Y así los estudiantes se movilizaban y se ponían manos a la obra. 

“¡Eso pasaba durante la primera década del siglo pasado!”, exclama Joaquim Prats, catedrático de Didáctica de las Ciencias Sociales en la Universitat de Barcelona (UB) y autor de decenas de libros de texto escolares sobre la materia. Los tiempos de Decroly fueron los inicios, prosigue Prats, del llamado aprendizaje por descubrimiento, una de las metodologías que periódicamente, a lo largo de los últimos cien años, han ido aflorando y han ido siendo reivindicadas y actualizadas por distintos renovadores educativos. 

“Pero, pese a esos movimientos innovadores, que se han producido en diferentes momentos a lo largo del siglo, el modelo predominante aún hoy es el denominado método expositivo-receptivo, en el que el profesor explica y el alumno toma notas”, explica Prats.

EL MÉTODO MÁS TRADICIONAL

Es en este modelo más tradicional, el de la clase magistral, donde el libro de texto se convierte en decisivo. Entre otras cosas, porque para aplicar en clase lo del conejito los docentes han de haber recibido una formación previa específica y porque hacen falta unas condiciones muy concretas tanto en los recursos arquitectónicos como en la organización del colegio. El libro de texto lo simplifica todo, “entre otras cosas, porque aporta seguridad al profesor”, constata Àlex Egea, profesor del departamento de Teoría e Historia de la Educación en la UB.

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“El libro de texto desempeña, en principio, tres funciones: es una guía para el docente y para el alumno; es, en segundo lugar, una herramienta de formación, también para el profesor que puede reforzar o refrescar sus conocimientos con el manual, y, en tercer lugar, es un hilo de comunicación con las familias, que a través de los libros pueden ir siguiendo la evolución de sus hijos”, agrega Enric Prats, profesor de Pedagogía Internacional también en la Universitat de Barcelona.

Seguir la evolución del libro de texto es asistir a una sesión de historia de la pedagogía de un modo de lo más visual. El centro de recursos para el aprendizaje y la investigación (CRAI) de la facultad de Educación de la Universitat de Barcelona conserva manuales que ilustran cómo se han transformado las formas de dar clases: desde los libritos que se usaban en la primera escuela de Magisterio de Barcelona (inaugurada en 1845), bastantes de ellos en francés, hasta los cuadernos con los que aprendieron quienes hicieron la EGB y luego el BUP y los materiales que se utilizan actualmente en la mayoría de escuelas e institutos.

LA HUELLA DE LA INNOVACIÓN

En esa ruta por el libro de texto se evidencian también las experiencias innovadoras, más o menos existosas, que ha habido a lo largo de este tiempo. "Hay ejemplos clarísimos en los años 1970 y 1980 de lo que había sido la renovación pedagógica del tardofranquismo, en los que el libro de texto proponía actividades para hacer entre los alumnos", señala Joaquim Prats, que acaba de donar 500 ejemplares de su colección particular a la universidad.

En su opinión, los últimos años, "antes de que volvieran, de un tiempo a esta parte, de nuevo las metodologías innovadoras", han estado marcados por leyes que han centralizado los currículos o temarios y que han dado poco margen a los docentes. "La LOGSE, que consiguió universalizar la educación hasta los 16 años, no supo, en cambio, mantener la renovación que había habido los años anteriores", lamenta Prats.