Wall Street lo consigue otra vez

Esta semana, tampoco. Las alarmas iniciadas el lunes parecían que acabarían por convertir la última semana de agosto como el referente del antes y el después en los mercados de renta variable de todo el mundo. Razones suficientes las había: el Gobierno chino que, por si a alguien se le ha olvidado en los últimos años, es una dictadura adaptada a los usos de Occidente, pareció perder el gobierno de sus mercados de valores y divisas y provocó el descalabro de hace unos días. No  debía de convenir a quien realmente domina los tempos del capitalismo global, Wall Street de un lado y la Reserva Federal del otro, y en pocas sesiones se ha recuperado un cierto equilibrio de los mercados. Eso sí, en este breve periodo de tiempo ha hecho falta un gesto inusual en los modales de la Fed y ayer apareció el gobernador del Banco emisor de Nueva York, William Dudley, para confirmar que no hay subida de tipos de interés del dólar en el horizonte inmediato. Como este es, en el fondo, el único indicador al que deben pleitesía universal desde hace  tres o cuatro años todos los corredores de bolsa del mundo, el fenómeno de vuelta a la pintura verde para todos los indicadores de Occidente  y de Oriente estaba en marcha. Y así se cumplió ayer, con el apoyo de otro indicador de más fuerza que las sensaciones pasajeras: el PIB de EEUU sigue vigoroso en su crecimiento (o sea, las previsiones fallaron: no avanza al ritmo del 2,3% sino del 3,7%), sin que se detecten señales de calentura como en China. La serenidad de Wall Street volvió a marcar el paso a las bolsas de Oriente y las europeas, sin disipar que todo está cosido con hilván.

El Ibex 35 subió el 3,06% y escaló a los 10.290 puntos.