Retrato

Los parques de atracciones con toboganes de vértigo ofrecen, a quienes descabalgan con paso dubitativo del artilugio, una foto estática de la cara de pánico que componía el sujeto y sus acompañantes en un momento exacto. Imposible recordar cuándo y en que momento. Solo se asume que la emoción genera estas jetas descompuestas. Las mismas, más o menos, que han de contemplar ahora los dirigentes del PP y del PSOE que en agosto del 2011 acordaron la modificación exprés del artículo 135 de la sagrada Constitución española para establecer que España iba a ser el primer país del Occidente capitalista capaz de establecer que los ciclos económicos son previsibles.

De semejante error, denunciado por no pocos académicos sensatos, se derivó la decisión del gobierno de Rajoy, a mediados del 2012, de fijar la reducción de la deuda pública española al 60% del PIB dentro de cinco años, en el 2020. Bien, vale: vamos rozando el 100% y sin bajar, cosa solo reservada a las montañas rusas que funcionan por las leyes elementales de la física. La economía, cuyos principios inestables son ignorados sistemáticamente por las gentes del PP y del PSOE, acaba de sacudirle al Gobierno el mismo frenazo de los coches de feria cuando acaba la diversión efímera.