plan de choque contra la especulación

Al rescate del euro

Olli Rehn.

Olli Rehn.

PABLO ALLENDESALAZAR
MADRID

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El error fue tan clamoroso que no rectificar hubiera sido casi suicida. El Banco Central Europeo (BCE) se vio forzado ayer a salir en ayuda de España e Italia, un día después de haber insinuado una operación de apoyo que nunca se concretó. La iniciativa fue bien recibida por los mercados, pero pronto se vio neutralizada por el persistente temor a que Estados Unidos recaiga en la recesión y por las reticencias alemanas a ayudar a sus socios del euro. Ante la falta de mejoría, las autoridades europeas se vieron obligadas a salir en defensa del euro.

Según confirmaron fuentes del mercado, el BCE y los bancos centrales de los países de la moneda única compraron ayer títulos de deuda pública españoles e italianos. Ello permitió que la prima de riesgo -diferencia de rentabilidad del bono español a diez años con el alemán de referencia en la compraventa entre inversores, indicador del riesgo de impago a ojos del mercado- cerrase en los 368 puntos básicos, después de alcanzar un histórico máximo desde la entrada del euro de 426 puntos básicos por la mañana.

A este alivio se sumó que la prima de riesgo italiana superó a la española por primera vez desde mayo del 2010 (372 puntos básicos al cierre). En otras palabras, el mercado ha situado al país transalpino como la principal diana de sus ataques, por delante de España.

«Económicamente, es mucho más lógico que ataquen a Italia que a España, tendría que haber sucedido hace tiempo. Si no se ha producido antes es porque Berlusconi ha sido más agresivo con los mercados que Zapatero», afirma Javier Orellana, director de banca privada de Nordkapp. «Aunque la situación económica de los dos países no es para tirar cohetes, Italia está más endeudado, tienen una peor evolución de sus finanzas públicas y tiene un Gobierno que inspira aún menos confianza que el nuestro», abunda Covadonga Fernández, analista de Self Bank.

ALTA TENSIÓN / Pero pese a esta mejora relativa, la situación sigue siendo de máxima tensión. Ni siquiera el buen dato de empleo en Estados Unidos (117.000 puestos de trabajo, frente a los 85.000 esperados, que redujeron el paro al 9,1%) y unos datos de crecimiento del segundo trimestre de España (0,2% frente al primero) e Italia (0,3%) que confirmaron los pronósticos sirvieron para calmar los ánimos.

En el mercado corrió una vez más el rumor de que Estados Unidos podría sufrir una rebaja de la calificación de su deuda al cierre de la jornada. El fantasma de una nueva recesión de la primera economía del mundo disparó las ventas en Wall Street. El Ibex 35, que llegó a subir más del 2%, acabó por caer el 0,18%, hasta los 8.671,2 puntos, en una semana en la que perdió el 9,95% de su valor: 35.165 millones.

Así las cosas, el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, saltó a la palestra para tachar de «injustificados» los ataques a España e Italia y para negar que vayan a ser rescatadas. Eso sí, no fue complaciente: exigió al Gobierno que profundice en las reformas laborales y de las cajas y que obligue a las autonomías a cumplir sus objetivos de reducción del déficit de forma «rápida y decidida».

También se filtró que el BCE está dispuesto a seguir comprando deuda si España, pero particularmente Italia, aceleran las reformas y la reducción del déficit. Apenas unas horas después, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, anunció un nuevo plan de recortes y reformas para adelantar un año, a 2013, el cumplimiento de la reducción del déficit comprometida. La noticia sentó bien y Wall Street cerró con una ligera subida del 0,5%.

CRITICAS CRUZADAS / Como en cada episodio de la crisis de la deuda, el actual pone en evidencia las tensiones entre los socios europeos, particularmente de Alemania con los países del sur. Ayer se supo que los consejeros alemanes del BCE Jens Weidmann y Jürgen Stark votaron el jueves en contra de comprar deuda. En cambio, la vicepresidenta económica, Elena Salgado, aplaudió estas adquisiciones y criticó al presidente del banco, Jean-Claude Trichet, por crear «cierta confusión» al no aclarar el jueves si iba a reiniciar las compras.

Con todo, los líderes europeos mantienen contactos para tratar de dar una respuesta conjunta. Francia e Italia convocaron una reunión de los ministros de Finanzas del G-7. La cancellera Angela Merkel mantuvo conversaciones con sus homólogos francés, italiano y británico. Y el presidente Zapatero habló con Berlusconi y Sarkozy.