OPINIÓN

¿Quién manda en la banca griega?

GUILLEM LÓPEZ CASASNOVAS

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¿Manda el Gobierno griego en sus bancos? ¿Lo hacen sus accionistas? ¿Lo hace, quizá, el Banco Nacional heleno? En este caso, ¿a quién debe obediencia? ¿O tal vez quien lo rige todo es el supervisor, el BCE y su presidente Mario Draghipor aquello de que quien paga manda? Lo sabremos pronto. Se ha salvado el primer asalto, antes de marzo, extendiendo el acuerdo anterior, lo que apenas introduce cambios.

Para hacerlo se debería elaborar un Memorandum y firmarlo, no basta con una carta de intenciones del ministro --con propósitos sin concretar medidas—colgado en la web del Eurogrupo. Ahora seguirá la prueba de fuego real: cómo afronta el nuevo gobierno griego la falta de liquidez necesaria ante la nueva situación que se le avecina.

De entrada, sabemos que no hay dinero nuevo de las Instituciones (la antigua troika ) para el Ejecutivo heleno. Tendrán que emitir nueva deuda, letras del tesoro griego, y ya veremos quién las compra. Es cierto que aún pueden hacerlo la banca privada griega. ¿Quién si no? Y estos lo harán recurriendo a la liquidez que les facilita el BCE, que avalarán, a su vez, con otros títulos de la eurozona, aún en el balance de los mismos bancos griegos, y que aún son descontables (aceptados) en la ventanilla correspondiente del BCE.

A esta facilidad que aporta el BCE, las entidades financieras griegas solo podrán añadir la liquidez disponible en casos de urgencia (ELA en sus siglas inglesas, asistencia urgente de liquidez), aunque los bancos griegos, si la obtienen, les resulta expresamente prohibido comprar más títulos públicos. Como mucho, pueden aplicarla a reemplazar títulos que van venciendo.

El viernes, 6 de marzo es la próxima fecha para esta operación de sustitución (roll-over), con una remesa de títulos equivalente a la mitad de los que vencen y cuyos tenedores son los residentes griegos. Quien debe velar para que el dinero de la ELA sirva solo para salvar la liquidez y capitalización de los bancos griegos y puedan actuar como contrapartida ante los bancos de todo el mundo es el Banco Nacional de Grecia, por mandato del BCE.

No es difícil adivinar qué tipo de presiones y tejemanejes conlleva esta situación. El gobierno griego forzando la obtención de liquidez que necesita. Y cabe recordar aquí que han prometido incrementos inmediatos de gasto y la eliminación del impuesto sobre la propiedad, a la vez que se han comprometido no solo a mantener el superávit primario (ingresos y gastos sin contar intereses) sino aumentarlo hasta un 4,5%.

La lealtad del Banco Nacional heleno estará bajo la lupa atendiendo a quién nombra su gobernador, pero también por quién lo financia e instruye su día a día. Los bancos locales quedarán entre la presión de sus clientes que mantienen depositados fielmente sus ahorros y la de quienes por miedo desvían su dinero al extranjero.

¿Quien manda, pues, sobre los bancos griegos, con qué resortes cuenta, con qué nivel de exigencia? El tiempo lo dirá. Cabe preguntarse qué ocurriría si en España tuviéramos que afrontar una disyuntiva como esta, plagada de presiones, fidelidades y obligaciones. De ahí la importancia de que reguladores y supervisores tengan autonomía y puedan actuar, en democracia, desde la independencia.