La prioridad: pobreza y desigualdades

Sin políticas que den prioridad a la lucha contra la desigualdad y la pobreza no hay salida a la crisis económica. Hay que rechazar las políticas que dicen: primero crecimiento y después cohesión social, y apostar por la gobernanza democrática como modelo.

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ÀNGELS GUITERAS

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No me quiero imaginar cuál sería la situación actual sin las miles de entidades sociales del país que conforman el tercer sector social catalán. Un sector que atiende a 2,1 millones de personas, en el que trabajan 102.000, cuenta con 300.000 voluntarios y está formado por 6.800 entidades. A pesar de que algunos indicadores macroeconómicos nos muestren una ligera recuperación de la economía, el termómetro social que tenemos las entidades del tercer sector social nos indica que la crisis social continúa y se cronifica.

¿Cómo podemos acelerar esta recuperación social? Es evidente que sin políticas que claramente den prioridad a la lucha contra la desigualdad y la pobreza no hay salida a la crisis económica. Porque la crisis económica es fruto de la crisis social. Es decir, la desigualdad, la descohesión social, es el origen de la crisis financiera y económica. Después, es cierto, que se han agravado aún más las desigualdades y la pobreza, pero no nos engañemos, no ha sido tanto por la crisis económica, sino por las políticas antisociales que se han aplicado para hacerle frente. Como punto de partida, hay que rechazar todas aquellas políticas que nos dicen: primero crecimiento económico y después cohesión social. Estas no producirán un desarrollo estable, porque profundizan en las condiciones de pobreza y de desigualdad social.

Para un futuro socialmente más cohesionado y económicamente más avanzado, es necesario un nuevo modelo de bienestar social, y si no hay una estrategia política que tenga como medidas prioritarias la lucha directa contra las desigualdades y la pobreza, no se resolverá la crisis social y, por tanto, continuaremos con crisis económica. Tendremos, y estamos teniendo, periodos de cierta recuperación económica por factores coyunturales: la bajada de las primas de riesgo o del precio petróleo, por poner dos ejemplos. Pero esta tímida recuperación será inestable y caeremos de nuevo en la crisis económica, porque no se atacan sus orígenes estructurales: la desigualdad, la pobreza y el desmantelamiento del Estado del bienestar.

La pobreza y la desigualdad son unas grandes losas que impiden el desarrollo económico y destruyen los proyectos colectivos. El actual empobrecimiento de las clases trabajadoras, incluidas las que tienen trabajo, nos transportan a las realidades más acuciantes del siglo XIX, que creíamos desaparecidas durante más de 50. Nos dicen que ahora comienza la recuperación, y que pronto mejorarán las condiciones sociales de la gente. ¡Es falso!

Del círculo vicioso al virtuoso

Sabemos que la recuperación es coyuntural y que crecen las desigualdades y la pobreza, y que más desigualdades y más pobreza son, a la vez, las causas de las recesiones. ¡Estamos en un círculo vicioso! Y hay que cambiarlo por un círculo virtuoso: más políticas sociales, que significan menos desigualdades y menos pobreza; menos pobreza, que significa más consumo; más consumo, que significa más crecimiento; y más crecimiento, que significa más posibilidades de ampliar las políticas sociales, etcétera. Por tanto, la lucha contra la desigualdad y la pobreza deben ser prioridades, no solo para una sociedad mínimamente decente, sino también para asegurar un desarrollo económico estable.

Cambiar la política macroeconómica es una cuestión de alianzas a nivel europeo, de política económica y social internacional. ¿Han oído hablar a nuestros gobiernos de políticas de alianzas europeas? ¿De disponer de una estrategia para el cambio de criterios de la Unión Europea? ¡Exijamos esto! Es un tema fundamental para recuperar el modelo social europeo. Porque Europa importa, y mucho.

¿Cuál es el modelo que defendemos para el futuro? Es un modelo hecho por un triángulo sinérgico: administraciones, tercer sector y ciudadanía comprometida. El nuevo modelo, la nueva gobernanza, o gobernanza democrática, reivindica la responsabilidad pública como un tema compartido entre todos y todas, pero liderado por los gobierno democráticos que nos representan a todos y a todas. La nueva gobernanza plantea asegurar los derechos sociales bajo la responsabilidad de la administración, pero desarrollando políticas compartidas que también articulen los recursos públicos y privados y el compromiso activo de la ciudadanía. Es decir, estamos de acuerdo en que el nuevo bienestar social exige más compromiso social; pero también hay más compromiso público descentralizado en los gobiernos de proximidad. Este nuevo modelo necesita de un tercer sector social fuerte, transparente, y con su ánimo de no lucro eficiente, plural y participativo. El tercer sector social catalán hace posible que miles de ciudadanos dejen de ser unos agentes pasivos y simples receptores de las prestaciones públicas para convertirse en una enorme fuerza productiva de derechos, de compromisos y de solidaridad social.

El tercer sector se convierte pues, en este escenario, en una de las grandes infraestructuras intangibles de Catalunya capaz de generar nuevas y renovadas energías para el progreso humano, en su más amplio sentido: valores éticos, desarrollo económico, progreso social, sostenibilidad, y renovación democrática.

Es por ello que la inversión social implica cohesión social y recuperación económica. Y, por tanto, menos desigualdades sociales.