Liebres

Cuantos han sostenido, con sobradas razones, que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) es un engendro más del centralismo burocrático que simboliza el Gobierno de Rajoy, tienen una compensación. Tras años de investigación de los integrantes del antiguo tribunal de la competencia (demasiado lento, pero eficaz) tenemos un documento que debería ser el guión (o sea, el pendón que guía a las tropas) de los debates en las elecciones municipales.

Dicen que la elección de alcalde no es por ideología sino de conocimiento del candidato al margen de las siglas de partido. Pero son las cúpulas de los partidos las que negocian con las grandes compañías de servicios. La multa de ayer de la CNMC es aclaratoria. La mayoría de las sancionadas cotiza en el Ibex, y protagonizan los grandes casos de corrupción. La matriz concursaba en las grandes obras y adjudicaciones (el AVE, sus trazados y sus trenes) y sus filiales, la recogida de basuras. Siempre sin pisarse unas compañías a otras, todo repartido. En Italia lo llaman mafia. Aquí, más resignados, vemos cómo los galgos (CNMC) nunca pillan a la liebre. Está teledirigida y cuando casi la alcanzan la mano invisible acelera y la deja fuera del alcance. ¿A que no pagan la multa?