la cúpula

Un equipo de confianza de la familia

Javier Marín

Javier Marín

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Desde el año pasado, Javier Marín Romano (Madrid, 1966) es el consejero delegado del Banco Santander. Aunque fue nombrado por Emilio Botín, el presidente fallecido el miércoles, se le considera un hombre de confianza no solo de la familia Botín, sino de la heredera del trono de la entidad, Ana Patricia Botín.

Marín sustituyó a Alfredo Sáenz, que dimitió y así se adelantó al Banco de España, que tenía que decidir sobre su continuidad en el cargo tras ser ratificada aunque rebajada una condena contra él por acusión falsa. El número dos cuenta dentro del banco con fama de ejecutivo «muy solvente», capaz de superar todos los retos y cumplir con todos los encargos que se le hacen. A pesar de su edad (48 años) tiene una larga experiencia profesional porque lleva en el banco 20 años.

En su desembarco como presidenta, Ana Patricia Botín se ve arropada además por consejeros de la máxima confianza de su padre. Entre estos destaca el vicepresidente primero, Fernando de Asúa. Este directivo, que entró en el consejo en 1999, fue, su vez, el responsable de cumplir con los estatutos y movilizar a la comisión de nombramientos para proponer al consejo de administración, que se reunió de urgencia por la tarde, el nombre de la candidata a la presidencia.

Matías Rodríguez Inciarte, vicepresidente segundo de la entidad, era uno de los hombres de máxima confianza de Botín. Este antiguo ministro de la Presidencia entre 1981 y 1982 con Leopoldo Calvo-Sotelo es consejero de la entidad financiera desde 1988. Fue uno de los protagonistas en la operación de fusión y posterior absorción del antiguo Central Hispano. Otro consejero con gran experiencia (ocupa un puesto en el máximo órgano de gobierno desde 1988) es Rodrigo Echenique. Fue uno de los primeros directivos de alto nivel que incorporó Emilio Botín al banco tras asumir la presidencia en 1986.

Los Botín son los principales accionistas del banco, en su mayor parte a través de la Fundación Marcelino Botín. El difunto presidente selló un pacto de sindicación de títulos con los dos hijos miembros del consejo: Ana Patricia y Javier en el 2006, al que se sumaron luego el resto de hijos y familiares que configuran la saga.