LA LOCOMOTORA EUROPEA

Alemania, pilar chino en la UE

Los fuertes vínculos comerciales entre las dos potencias incrementan el riesgo de contagio

Operario de una planta de BMW en Alemania.

Operario de una planta de BMW en Alemania.

CARLES PLANAS BOU / BERLÍN

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La caída de la bolsa en China y la posterior devaluación de su moneda, el yuan, ha puesto en alerta a los inversores mundiales. La desaceleración está pasando factura al gigante asiático pero otros países podrían verse afectados. Uno de sus socios comerciales más preocupados es Alemania, quien mantiene un fuerte vínculo de negocios con el régimen liderado por Xi Jinping. Alemania es desde hace años el pilar económico de China en Europa ya que representa el 25% de la inversión total de la Unión Europea en el país con un gasto de más de 1.300 millones de euros al año. La reducción del crecimiento chino, que se estima que pasará del 10% al 7%, puede golpear las finanzas germánicas y, de paso, hacer temblar la recuperación económica en el viejo continente. Pekín es a la vez el segundo socio comercial de la UE, algo que incrementa aún más el temor al frenazo asiático.

El comercio bilateral entre ambos países ronda los 178.000 millones de euros, lo que supone un incremento del 600% respecto al año 1972. En lugar de competir como potencias exportadoras, los lazos económicos entre los dos países se ha ido estrechando hasta convertirlos en aliados indispensables. Esa unión comercial es tan intensa que incluso este verano se ha puesto en marcha un tren que conecta Hamburgo con la ciudad china de Harbin.

Ahora, ante la alarma que suscita Pekín, Alemania corre el riesgo de verse resentida. Teniendo en cuenta que el comercio representa más del 96% del PIB germánico los miedos no son infundados. Según datos de Comtrade, durante el 2014 China fue el segundo principal proveedor para Alemania con un 8,8% de las importaciones, por delante de Francia y EEUU y superada solo por Holanda. De aquí que sea considerada la fábrica del mundo. Por otro lado, China fue el cuarto país receptor de las exportaciones alemanas, con un 6,6% del total. Los principales productos que la potencia europea vende al gigante asiático, un 72% del total, son coches y equipos de maquinaria, dos artículos sensibles al ciclo económico. Un debilitamiento del capital chino puede hacer temblar estas cifras. La ralentización también puede hacer que grandes empresas alemanas establecidas en el país asiático como las automovilísticas Volkswagen y BMW, la aseguradora Allianz o la compañía de electrodomésticos Siemens rebajen sus ganancias y se vean afectadas. La caída en picado de la bolsa de Frankfurt de la semana pasada ilustra ese temor.

Aunque el empresariado alemán se lanzó a comprar y deslocalizar compañías en China al ver las oportunidades que ofrecía su mercado, la tendencia se ha revertido en los últimos años. De esa manera, el capital chino invertido en Alemania ha pasado de 22,3 millones de euros el 2003 a 558 millones el 2012 y, según un estudio de la Fundación Bertelsmann, se estima que la cifra se triplicará hasta los 1.780 millones de euros en 2020. Los capitalistas chinos hace tiempo que ven al motor de la economía europea como un lugar ideal donde invertir para poder aprender y hacerse con el control de algunas de las compañías que han impulsado al país.