JUICIO POR PREVARICACIÓN EN LA INVESTIGACIÓN A LA ENTIDAD QUEBRADA

Blesa y Silva: el «prestigio»

Declaración 8 Miguel Blesa, ayer a su salida de los juzgados.

Declaración 8 Miguel Blesa, ayer a su salida de los juzgados.

P. ALLENDESALAZAR
MADRID

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Cuando a mediados del año pasado Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid, fue encarcelado por el juez Elpidio José Silva, ya era señalado públicamente como responsable de la quiebra de la entidad. Lo demuestra, por ejemplo, el duro interrogatorio al que fue sometido durante su comparecencia ante la Comisión de Economía del Congreso en noviembre del 2012.

Pese a ello, el exbanquero aseguró ayer que hasta ese momento su imagen pública era intachable. «He sufrido mucho en mi vida personal, profesional y familiar, y en mi prestigio, que lo tenía», afirmó como testigo en el juicio contra Silva por prevaricación en el llamado caso Blesa«Y no solo por las dos prisiones que decretó de forma injusta, sino porque no ha parado de aparecer en radios y televisiones criticándome. Llegó al paroxismo de decir que yo me dedicaba al tráfico de armas», argumentó.

Lo que él quería

La afirmación de que había sufrido un «gran daño» encendió a varios afectados de las preferentes presentes en la sala. «Más han sufrido los demás», gritó una mujer. El presidente del tribunal, Arturo Beltrán, la expulsó y le impuso una multa de 100 euros porque ya habían amenazado con sanciones tras advertir que no iba a tolerar más exclamaciones del público.

Un micrófono abierto dejó al descubierto en ese momento la estrategia de Silva, que en todo momento ha tratado de boicotear el juicio. «Esto es lo que yo quería», se oyó que le decía a su abogado cuando pensaba que no se le oía. Ya consciente de que se le escuchaba, pidió «retirarse para llorar» ante la «insólita» situación que se había producido.

«Llore aquí», le respondió el fiscal Manuel Moix, que ha pedido para él una pena de 30 años de inhabilitación para trabajar en la administración de justicia, y que en otro momento le acusó de hacer «demagogia barata». Resumió así el sentir mayoritario de las acusaciones ante las continuas interrupciones y salidas de tono del acusado. También del tribunal: «Nos pagan por aguantar estas impertinencias», se resignó el magistrado Beltrán.

Silva trató infructuosamente una vez más de que sus juzgadores aceptasen la renuncia de su abogado, Cándido Conde-Pumpido Varela. Con el mismo éxito intentó apartar del tribunal a la magistrada María Tardón ya que, como teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid por el PP, fue miembro de la asamblea general de Caja Madrid (el equivalente a las juntas de accionistas en las cajas). La estrategia del fiscal se basó en demostrar que Silva actuó sin ser imparcial de la mano del sindicato ultra Manos Limpias para enviar a Blesa a la cárcel.