Las turbulencias financieras

El BCE entra en crisis por una dimisión y hunde las bolsas

Lagarde, en un debate sobre la economía global en Londres, ayer.

Lagarde, en un debate sobre la economía global en Londres, ayer.

EL PERIÓDICO / FRÁNCFORT
ELIANNE ROS / PARÍS

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Turbulencias en el corazón del Banco Central Europeo (BCE). El miembro de la comisión ejecutiva y economista jefe de la institución, el alemán Jürgen Stark, presentó ayer su dimisión. Aunque en el comunicado oficial se aludía a «motivos personales», era un secreto a voces su disconformidad con el programa de compra de bonos españoles e italianos iniciada por el BCE en agosto.

Solo conocerse la noticia se desplomaron unas bolsas que ya eran arrastradas por los bancos y el euro cedió terreno de forma acelerada hasta caer al nivel de 1,36 dólares. El cambio oficial quedó establecido en 1,3817, con un descenso del 1,6% con respecto a la jornada anterior.

El economista jefe del BCE comunicó ayer su decisión de abandonar el cargo antes del final de su mandato el 31 de mayo del 2014 al presidente de la entidad, Jean-Claude Trichet. Varias fuentes aseguraron que se prevé que lo releve el secretario alemán de Finanzas, Joerg Asmussen. Stark ha sido miembro del comité ejecutivo y del consejo de gobierno del BCE desde junio del 2006.

DEFENSA DE LA GESTIÓN / El presidente del BCE defendió el jueves la gestión de la entidad monetaria europea en la actual crisis financiera ante las críticas en Alemania a la compra de deuda pública. El BCE ha tenido que intervenir en el mercado secundario de deuda soberana para apoyar a España e Italia.

Ayer, la deuda española subió hasta los 337 puntos básicos, con una rentabilidad del 5,138%, frente a un bono alemán a 10 años que cayó hasta el 1,77%, el mínimo desde la creación del euro, debido al alud de demanda existente.

Por su parte, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, redobló ayer la presión sobre los países más industrializados para que reaccionen ante la ralentización de la economía mundial. Horas antes de sumarse a la reunión de los ministros de finanzas de los países más ricos, el G-7 (EEUU, Japón, Canadá, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia), iniciada en Marsella para analizar la situación, Lagarde pidió a los países europeos que reaccionen con «audacia» y rapidez para frenar lo que calificó de «crisis de confianza».

El llamamiento de la que fue

ministra de Economía de Francia, que insistió en sus dudas sobre la situación financiera de muchos bancos, se sumó a las alarmas accionadas el día anterior por la OCDE, que revisó a la baja las previsiones de crecimiento y alertó del riesgo de recesión, y el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, quien mantuvo los tipos de interés y expresó su inquietud por la falta de empuje económico. En este contexto, los ministros aterrizaron en Marsella con una dosis suplementaria de estrés. El que debía ser un encuentro rutinario para preparar el G-20 de finanzas el 23 de septiembre en Washington, había tomado el cariz de una cita tan crucial como urgente. No se prevé ningún comunicado conjunto.

ACTUAR, PERO ¿CÓMO? / El mensaje esta claro: hay que actuar, pero la cuestión es ¿cómo? ¿Qué medidas tomar para evitar una recaída del crecimiento después de la gran recesión del 2008-2009? Tras un verano marcado por la degradación de la nota de solvencia de EEUU y la propagación de la crisis de la deuda en la zona euro, el G-7 se enfrenta al dilema de conciliar el estímulo a la economía con los recortes y los ajustes para contener la deuda.

Las respuestas a tan compleja ecuación son motivo de tensión entre EEUU y Europa. Para los norteamericanos, que acudieron a Marsella con el sentimiento de haber hecho los deberes después de que el presidente Barack Obama presentara un plan para el empleo de 320.000 millones de euros, la solución pasa por destinar a inversión el escaso margen de maniobra restante. Algo que puede permitirse Alemania, pero no todos los países de la Unión Europea. Ante la presión por actuar, el eje franco-alemán optó por acelerar su propuesta de un impuesto a las transacciones financieras.