COLOCACIÓN BURSÁTIL GIGANTESCA

Alibaba en Wall Street

Euforia 8 Ma, el tercero por la izquierda, en el estreno de la compañía en Wall Street.

Euforia 8 Ma, el tercero por la izquierda, en el estreno de la compañía en Wall Street.

RICARDO MIR DE FRANCIA
WASHINGTON

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Un antiguo profesor de inglés, bajito, carismático y con reputación de «loco» por sus ideas osadas, fue ayer el encargado de hacer sonar la campana en Wall Street, en la Bolsa de Nueva York. Ese hombres es chino y se llama Jack Ma, el cerebro detrás de Alibaba, el gigante chino del comercio electrónico, un híbrido entre Amazon, Paypal e eBay.

Hace 15 años fundó la empresa en su apartamento de Hangzhou con una cantidad equivalente a 46.000 euros actuales aportados por una docena de inversores. Parece la prehistoria porque Alibaba empezó a cotizar ayer en el NY Stock Exhange con la mayor oferta pública de acciones de la historia de EEUU. Lo hizo bajo el símbolo de BABA.

Tras varios años anticipando el estreno de una empresa que controla el 80% del comercio electrónico en China, sus acciones abrieron a un precio de 92,7 dólares por título (71,8 euros), el 36% más de los 68 dólares (52,7 euros) fijados inicialmente en la colocación.

«Esta es una de las mayores ofertas públicas que el mundo ha visto nunca, de modo que el ambiente es de celebración en el parquet, te guste o no», decía poco antes, Benedict Willis, el director de brókeres de Sunrise Securities. De hecho, antes incluso del debut, Alibaba había recaudado ya 21.800 millones de dólares (16.900 millones de euros). Una cifra por debajo de lo que obtuvo el Agricultural Bank of China en Honk Kong, pero a falta de conocer si los bancos al frente de la colocación ejercían sus derechos.

De hacerlo, el monto rondaría los 25.000 millones, batiendo todos los récords mundiales. Pero el revuelo entorno a Alibaba no acaba ahí porque, de mantenerse el precio de la apertura, su capitalización rondaría los 231.000 millones de dólares (179.000 millones de euros), más que Amazon e Bay juntos y acercándose General Electric, lo que equivaldría a situarse en el puesto número 10 de las 500 empresas del índice Standard & Poors.

Como eBay, Alibaba se dedica a hacer de intermediario entre vendedores y compradores, pero a diferencia de Amazon no tiene inventario de su propiedad, lo que reduce significativamente sus costes. La mayoría de sus ingresos provienen de dos mercados electrónicos: Taobab, un gran bazar en la red con toda clase de productos y Tmall, una plataforma reservada para las grandes marcas. El modelo funciona y su facturación no deja de crecer. En los 12 meses previos al 31 de marzo, Alibaba facturó 2.868 millones de euros, casi 1.550 millones más que en el año anterior. Pero lo mejor es el margen de beneficios: por cada dólar de ingresos, obtiene 43 centavos de beneficios operativos.

Todos estos factores, unidos al potencial del mercado chino y las ambiciones globales de Jack Ma, convertido ya en el hombre más rico de su país, han espoleado la euforia de los inversores. Con otro elemento. A diferencia de

Facebook en el momento de su salida a bolsa, Alibaba ha sabido incrustarse en las plataformas móviles. Un tercio de las ventas las hizo desde el teléfono.

Estos factores han pesado más que la forma atípica en que estructura su poder corporativo o los riesgos a una ralentización de la economía china. En las últimas semanas, Ma y sus ejecutivos han viajado alrededor del mundo para presentar su oferta a los inversores.

Una oportunidad

Según ha publicado la prensa de EEUU, han usado dos líneas de argumentación. La primera, que Alibaba es una oportunidad para aprovechar el auge imparable de la clase media china, y la segunda, que Alibaba es una compañía global. O como dijo Ma en uno de esos foros: «Una compañía de internet que pasa por estar radicada en China». Ma es ahora el hombre del momento y ayer lo aprovechó con su buen humor característico para celebrar en una entrevista con la CNBC a su «héroe», Forrest Gum, y recordar que su primera visita a Silicon Valley hace 15 años le inspiró para soñar a lo grande. Nunca tan grande, seguramente, como lo que ha conseguido.