LA financiación de uno de los servicios esenciales del estado del bienestar

La sanidad catalana tiene un déficit endémico anual de 1.000 millones

El hospital Moises Broggi, en Sant Joan Despí, de reciente construcción.

El hospital Moises Broggi, en Sant Joan Despí, de reciente construcción.

AGUSTÍ SALA
BARCELONA

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La sanidad catalana arrastra un déficit estructural de unos 1.000 millones de euros anuales. El 2010 se cerró con 800 millones en facturas pendientes o, lo que es lo mismo, sin la dotación presupuestaria necesaria para pagarlas.

Ese es un mal que padece el sistema público catalán desde hace años, reconocido por el nuevo Govern. Proviene de una insuficiencia endémica de recursos para cubrir unos gastos crecientes (han aumentado más del 45% en cinco años a la vez que la población con cobertura ha crecido casi el 10%). Además, en los últimos años, unas 100.000 personas más de las que constan en el censo pero que son titulares de tarjeta sanitaria han sido atendidas por la sanidad pública, sin que exista una partida económica clara para financiarlo.

El conseller de Economia, Andreu Mas-Colell, afirma que la financiación de la sanidad es una de las asignaturas pendientes y que tendrá que discutirse con el Gobierno, ya que afecta a otras autonomías. El de Salut, Boi Ruiz, ha esbozado algunas medidas: menos inversión en centros públicos; apuesta por la red concertada (ya dispone de la mitad del presupuesto); y racionalizar la oferta, evitando que en todos los hospitales se ofrezcan todos los servicios, para reducir costes.

Que existe un déficit endémico lo admite todo el mundo. Lo demuestra el hecho de que en el 2009, aprovechando recursos procedentes del nuevo sistema de financiación, se destinaron 1.850 millones a dejar a cero las facturas pendientes. Aún así, en el 2010 retornó el problema. Según los expertos, solo se solucionará con medidas como el copago. Por ahora, tanto el titular de Salut, expresidente de la patronal de hospitales concertados, como el de Economia lo descartan.

El desvío presupuestario de unos 800 millones puede llegar a 1.000 ya que otros 200 no se lograron ahorrar ni ingresar «por la falta de efectividad de algunas de las medidas acordadas por el Gobierno, los retrasos en su implantación y el no cumplimiento de la previsión de algunos ingresos adicionales» y que integraban las medidas para reducir el déficit aprobadas en mayo. Así consta en el informe sobre la previsión de cierre del 2010 que el president saliente, José Montilla, entregó al entrante, Artur Mas.

El presupuesto para sanidad, en el que la parte del león se la lleva el Servei Català de Salut, se cerró en el 2010 en 10.500 millones, en vez de los 9.650 previstos (casi un tercio del presupuesto total). Pero todo el esfuerzo en gasto, que ha coincidido con una avalancha de nuevos usuarios e inversiones en hospitales y centros (Mollet, Sant Boi, Reus, Sant Joan Despí), no ha servido para mejorar en términos comparativos.

BAJO LAS MEDIAS EUROPEAS / Como recoge el reciente estudio La Salut com a sector econòmic a Catalunya, de la propia conselleria, el gasto público en sanidad en relación a la riqueza apenas creció cinco décimas, hasta el 5,3%, entre el 2003 y el 2007 (último dato disponible). A pesar de ello, se mantiene muy por debajo de las medias de la Unión Europea y de la organización de países más desarrollados (OCDE). Y ello a pesar de que en cifras absolutas el gasto creció el 54%. Incluso el conjunto de España supera a Catalunya. Como afirmó el experto en economía de la salud y profesor de la Pompeu Fabra, Pere Ibern: «Estamos donde estábamos».

La evolución del presupuesto de sanidad ha estado marcada por un incremento sustancial de la población protegida. Y por basarse en el principio de que el pago a los proveedores se puede demorar y así hacer frente a gastos crecientes e imprevistos, afirma el profesor de la UPF y consejero del Banco España, Guillem López Casasnovas.