HISTORIAS MÍNIMAS

Dinero caído del cielo

Los meteoritos son materia de investigación científica, pero también de coleccionismo y, como todo bien escaso, de inversión por quienes persiguen diversificar y protegerse ante las crisis. Y lo mismo sucede con los fósiles.

Coleccionistas e inversores pueden pagar hasta 4.500 € por gramo de fragmento lunar

Casado, con algunos meteoritos que expuso en Expominer.

Casado, con algunos meteoritos que expuso en Expominer.

AGUSTÍ SALA
BARCELONA

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El dinero también puede caer del cielo. Eso lo sabe muy bien José Vicente Casado, especialista y coleccionista de este tipo de objetos estelares. Más coleccionista que inversor, Casado, uno de los expositores del salón Expominer celebrado en la Fira de Barcelona este fin de semana, destaca que el de los aerolitos es un mercado con precios al alza en los últimos años y con participación creciente también de inversores con ganas de diversificar su cartera.

«Meteoritos hay los que hay. Están limitados. Son los objetos tangibles que más han subido de precio. El récord lo han alzando fragmentos lunares, que llegaron al equivalente a 4.500 euros por gramo», destaca este especialista que tiene afán de divulgador y, entre sus pertenencias cuenta con un planetario móvil.

Y no son los procedentes del cinturón de asteroides situado entre Marte y Júpiter los que más se cotizan, ya que son los más numerosos porque se fragmentan mucho cuando caen a la tierra. Los más caros son los restos lunares que salen despedidos cuando cae un meteorito en su superficie, así como los fragmentos de Marte.

Y ¿para qué sirve un meteorito? Pues para disfrutar de un objeto exótico, como una pieza de arte y que«siempre habrá gente dispuesta a comprar», explica Casado. Otra cosa son aquellos grupos que apuestan por la especulación, como sucede con cualquier otro tipo de activo con cierto atractivo. En EEUU hay algunos grandes grupos dedicados a este tipo de actividades, uno de ellos está participado por uno de los fundadores de Microsfot, Paul Allen, aficionado también a los fósiles.

Se han dado casos como el del meteorito Gibeon, que cayó en Namibia (África) y con el que la firma Rolex hizo las esferas de una colección de relojes exclusivos.«Ahora es casi imposible de encontrar un pedazo y si se halla alguno hay que pagar hasta 50 veces el precio», asegura. Es la prima que hay que pagar por la exclusividad.

Namibia, junto con la zona rusa del Pacífico, el área del desierto del Sáhara y Argentina son los sitios en los que pugnan más cazadores de meteoritos. Uno de ellos es el propio Casado que realiza unos tres o cuatro viajes al año para hacerse con uno de estos fragmentos. Argentina es el único país que los considera propiedad pública y que, por tanto, no los deja exportar.

En cualquier caso se trata de un mercado pequeño que, a escala mundial no debe mover más de 23 o 24 millones de euros al año, explica. Pero quienes se dedican a ello le pueden sacar un elevado rendimiento.

Casado, que cuenta con la web www.cazameteoritos.es, explicó también a los visitantes a su stand en la Fira las formas de que no le den a uno gato por liebre, o mejor dicho, piedra por meteorito. Una sencilla prueba química permite determinarlo. Si el fragmento se vuelve de color rosado, es un meteorito porque tiene níquel en una proporción alta y en la tierra no hay ningún material que contenga una mezcla de tan elevada de este metal junto con el hierro. Y no todo son fortunas. En el mercado de los meteoritos se puede tener una pieza pequeña y modesta desde 10 euros, con garantía de autenticidad, asegura.

Y si los cuerpos celestes parecen demasiado alejados, existe la opción de apostar por sacar el dinero de debajo de las piedras. Y nunca mejor dicho. Luis Villa, otro de los expositores de Expominer, cuenta con la tienda virtual, www.fosilpaleos.com a través de la que se pueden comprar fósiles, otra de las inversiones alternativas.

Se trata de restos procedentes de otros países, porque los de

España no se pueden comercializar.«Los precios están en función de su rareza y estado de conservación», explica. En su caso, recuerda que el más caro que ha vendido fue un dinosaurio. En concreto, un ejemplar de ornitópodo de alrededor de un metro de longitud, por el que obtuvo 15.000 euros. De hecho, puede decirse que se gana la vida sacando dinero de debajo de las piedras porque, aunque no sea un mercado muy masivo sí que tiene clientes. Unos son pequeños coleccionistas que se gastan entre 200 y 300 euros anuales, pero también hay otros que apuestan por piezas de más calado.

Villa explica que cuando era más joven hacía viajes en busca de fósiles. Como si fuera Indiana Jones. Con el tiempo ha optado por comprarlos en los canales mayoristas y luego venderlos.