Mia Wasikowska, la nueva musa de Cronenberg

La actriz australiana protagoniza 'Maps to the stars', una feroz sátira contra Hollywood

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Nando Salvà

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¿Glamur? No tengo ni idea de lo que es eso”, bromea Mia Wasikowska al respecto de uno de los atributos más comúnmente asociados al oficio de actriz. “Yo casi siempre que aparezco en pantalla lo hago manchada de sangre, o de mugre o, como en esta película, con una gigantesca cicatriz en la cara”. Se trata de 'Maps to the stars', que llega este viernes a la cartelera. En ella, sin ir más lejos, Wasikowska comparte una inolvidable escena con Julianne Moore en la que esta permanece sentada en el retrete, peleando ruidosamente con el estreñimiento. “Por algún motivo los directores se empeñan en poner a prueba mi vanidad. Por fortuna, no tengo ninguna”.

De eso no voy a hablar

Quizás porque la actriz australiana se dio a conocer dando vida a una gimnasta suicida en la celebrada teleserie de la HBO En terapia, uno se sienta frente a ella para hacerle preguntas esperando que abra su corazón como lo haría ante su psicólogo, pero no. Hay momentos durante la entrevista en los que Wasikowska parece tener ganas de encogerse como lo hacía en 'Alicia en el país de las maravillas' (2010); en otros permanece incómodamente sentada al borde de su sillón con la espalda muy erguida y las manos agarrando las rodillas, como si estuviera lista para largarse en cualquier momento. A menudo sus respuestas son tan escuetas como: “De eso no voy a hablar”.

Está claro que el circo autopromocional la incomoda y, de hecho, se las ha arreglado para alcanzar el estrellato sin tener que ponerse una nariz de payaso ni hacer el tipo de concesiones a la galería que Hollywood exige a sus criaturas. Pero es que ella no pertenece a ese mundo. “Paso cierto tiempo allí, pero solo soy capaz de absorber una cantidad limitada de estilo de vida hollywoodiense. Es el único lugar del mundo donde todo gira alrededor de las películas y, por tanto, no es saludable. Por eso no tengo intención de dejar Australia”. Hasta que se compró un apartamento en Sídney hace poco más de un año, seguía viviendo en casa de sus padres. “Los actores estamos acostumbrados a que los demás nos vistan y nos maquillen y nos paseen, que nos mimen, de modo que a mí vivir en una casa minúscula con mis padres y mis tres hermanos me ha mantenido con los pies en el suelo. Allí nadie estaba dispuesto a sacar la basura por mí solo por mi cara bonita”.

Nada de trabajos insustanciales

Asimismo, Wasikowska no ha actuado en una sola comedia juvenil o una 'romcom' (comedia romántica) ni ha aceptado papeles insustanciales en películas hechas solo para ganar dinero. En cambio, ha trabajado con autores de prestigio como Gus Van Sant –en 'Restless' (2011)—, Park Chan-wook –en 'Stoker' (2013)–, Jim Jarmusch –en 'Solo los amantes sobreviven' (2013)— y Guillermo del Toro –en la aún no estrenada 'Crimson Peak'–.

En 'Maps to the stars' la dirige David Cronenberg, creador de desasosegantes experiencias fílmicas como 'La mosca' (1986), 'Crash' (1996) o 'Cosmopolis' (2012). “Es muy raro toparse con una actriz joven que no se pasa el día pegada al teléfono”, explica el canadiense acerca de ella. “Entre toma y toma, en cambio, Mia leía a Chéjov o Tennessee Williams”.

'Maps to the stars' está protagonizada por niños actores que hacen a los Bieber y Cyrus parecer gente simpática en comparación. Padres parásitos, actrices histéricas venidas a menos y, en el centro, la pirómana jovial pero en todo caso chalada que interpreta Wasikowska. Es, pues, una feroz sátira de Hollywood o, en otras palabras, como morder la mano que te da de comer. La australiana discrepa. “Yo no la veo como una película estrictamente sobre Hollywood. Habla sobre la ambición, la fama y el dinero, de modo que podría transcurrir en Wall Street o el mundo de la moda”.

La obsesión por ser famoso

En todo caso, pocas industrias se nutren tanto como la cinematográfica de nuestra obsesión constante por la celebridad, y eso es algo que la película cuestiona. “Actualmente todo el mundo se comporta en Facebook o Instagram como si fueran estrellas. Yo no soy nadie para juzgar, pero me parece bastante inútil”, opina Wasikowska. Para ella, de todos modos, culpar a Hollywood de eso es ir a lo fácil. “Vivimos en una sociedad llena de personas que desean ser inmortales, que tienen miedo de desaparecer. Y la obsesión por ser visibles es producto de ese miedo”.

¿Y cómo lidia ella con esta fiebre colectiva por conocer la vida de los famosos? “Mi vida privada es algo que no quiero comentar”. Por supuesto. Es decir, no habla de su pareja, el actor Jesse Eisenberg, que logró la fama gracias a títulos como 'Bienvenidos a Zombieland' (2009) y 'La red social' (2010) y a quien ella conoció en 'The double' (2013), no estrenada en nuestro país. Cualquier intento posterior de bajarle la guardia en ese sentido se topará con la misma respuesta.

Soy muy aburrida

“De todos modos, no suelo tener problemas con los paparazis. Creo que se dieron cuenta hace tiempo de que soy muy aburrida”. No siente la necesidad de cubrirse el rostro con gorros y gafas cuando sale a hacer la compra, o de hacer declaraciones para desmentir cotilleos o desmontar prejuicios sobre su persona. “Me siento casi ofendida”, bromea. Quizá sea su naturaleza discreta lo que la hace pasar desapercibida, o la sencillez de su imagen en sus apariciones públicas –en esta entrevista, bailarinas negras, medias negras, una falda floreada a la altura de la rodilla y una blusa rosa–. “Está claro que poder disponer de los mejores estilistas del mundo es una suerte, pero cuando estoy en una alfombra roja todo cuanto ansío es volver a casa para ponerme el chándal. Siempre tengo miedo de que se me parta un tacón o se me corra todo el maquillaje”.

Eso sin duda explica que Wasikowska no muestre más interés en interpretar 'blockbusters' que aumenten sus posibilidades de ser reconocida en los vestíbulos de los hoteles. Prefiere dar vida al tipo de mujeres fuertes e independientes que ha crecido admirando. “Mi familia está llena de ellas. Mi abuela y mi madre emigraron de Polonia cuando mi madre tenía solo 12 años, y siempre las he considerado dos fuerzas de la naturaleza”.

Con una Leica al cuello

Tanto su madre como su padre son reconocidos fotógrafos, y ella misma suele pasearse por los rodajes con una Leica colgada del cuello. “Mis padres me enseñaron a interpretar el mundo en términos visuales”. Las innumerables fotos familiares para las que posó de niña marcaron los inicios de su relación con la cámara. “Recuerdo que a veces me despertaba en medio de la noche por culpa de un flasazo. Toda mi juventud ha sido documentada por la fotografía”. 

Confiesa que su infancia no fue particularmente memorable, al menos en términos de agenda social. “Era una niña aburrida, muy tímida. Nunca iba a fiestas porque me resultaban aterradoras. Tampoco es que me invitaran a muchas”. Resulta paradójico que alguien así haya acabado convertida en actriz, sometida al escrutinio de millones de personas. “No lo es –corrige–. La gente suele asumir erróneamente que de niños los actores eran los más revoltosos de la clase. Tal vez haya quien se hace actor para llamar la atención sobre sí mismo, pero para la mayoría de nosotros se trata más bien de desaparecer detrás del personaje”.

Un futuro truncado como bailarina

Wasikowska empezó a dar clases de ballet a los 8 años, e iba camino de convertirse en bailarina profesional cuando una lesión de tobillo detuvo su progresión a los 14 años. “La danza está excesivamente basada en la perfección: en el peso ideal, en la curvatura justa de la espalda, detalles sobre los que las bailarinas se obsesionan horas y horas”.

Al final de esos seis años, justo antes de dejarlo, entrenaba 35 horas a la semana. “Mi experiencia con el ballet estaba envuelta de negatividad y mi autoestima se estaba resintiendo. Y me di cuenta de que el cine, por el contrario, se interesa por la imperfección humana, y que para mí sería un alivio hacer algo para lo que no necesitaba ser perfecta. Supongo que ser actriz es bueno para mi autoestima”. A los 15 años se hizo con un papel en un culebrón australiano y, justo después, sendos papeles en un par de películas minúsculas hasta que decidió mandar un vídeo de sí misma para convencer a los productores de 'En terapia'.

Lo que le ha pasado después, asegura, ha requerido un largo proceso de asimilación. “Para poder sobrevivir en la industria del cine debes aprender a fingir que todo cuanto pasa a tu alrededor es perfectamente normal, aunque no lo es en absoluto. Lleva tiempo”. En el camino se ha topado con alguna crisis. ”Hace unos tres años sentía una gran ansiedad, como si siempre llegara tarde o me estuviera olvidando de algo. Pero la sensación desapareció al comprarme mi casa en Sídney y entonces comprendí lo que andaba buscando: un espacio sobre el que sentirme soberana”