Joyce DiDonato: "La ópera debería llegar a más gente"

lmmarcodominical 645  joyce didonato150130203349

lmmarcodominical 645 joyce didonato150130203349 / periodico

LUIS MIGUEL MARCO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"Como persona también es divina, ya verá", te cuentan desde el Liceu y desde su discográfica. Y después de estar con ella a solas en su camerino, minutos antes de que se enfunde en el traje de la reina de Escocia Maria Stuarda para morir decapitada (en la primera escena), vemos que se quedan cortos.

Estamos frente a una mujer enamorada de la vida y de su trabajo. Joyce DiDonato (Prairie Village, Kansas, 1969) es una 'vieja' conocida del público operístico de Barcelona. Debutó la temporada 2005-2006 con 'Nabucco'. Volvió con 'La Cenerentola' (2007-2008), dio un recital, un concierto. Entró en el 2013 cantando 'Cendrillon'. Y las pasadas Navidades ha vuelto a recoger los mejores elogios –se oyeron muchos bravos la noche del estreno– con un papel de esos que marcan una carrera a sangre y fuego: 'Maria Stuarda', de Donizetti. Un duelo de reinas. DiDonato es la reina que acaba sus días ejecutada por alta traición a manos de su prima Isabel (la mesosoprano valenciana Silvia Tro Santafé).

¿La saludamos con una reverencia?

Prefiero un apretón de manos [risas]. Yo solo soy una diva en el escenario, fuera no lo soy para nada. Además, ejercer de diva todo el tiempo debe de ser algo muy cansado, ¿no?

Está muy convincente en su papel. Prueba superada.

Sí. ¡Qué maravilla de producción! No es solo la exigencia vocal del bel canto. Es todo lo que ocurre en escena, esa lucha constante. Ha sido el personaje más potente que he hecho en toda mi carrera. Desde el principio hay un combate entre la vida y la muerte. Todo está tan cargado, es tan denso física y mentalmente que debo estar en todo momento en guardia en el escenario. Stuarda es tan frágil y tan fuerte. Tan segura de sí misma y tan al límite de sus sentimientos, que me identifico totalmente con ella. Cuanto más la canto, más me enamoro de ella. Ha sido un reto fantástico.

Estas dos reinas son esclavas de su propio poder.

Literalmente están enjauladas dentro de sus vestidos, sometidas al escrutinio público, ancladas en sus convicciones religiosas. Miden todas sus palabras y gestos.

Así es la ópera: personajes en conflicto (y qué duelo el de estas dos 'queens') y con las pasiones al límite, mientras emocionan al público con unas voces privilegiadas y la orquesta toca en directo. A DiDonato le encantaría que ese mensaje, que ese arte, llegara a cuanta más gente mejor.

Ha cantado también óperas de Rossini, Händel y Mozart, pero ha sido esta vez, con esta nueva producción, donde ha sentido más que nunca que la ópera debe conjugarse en presente. Imágenes tan poderosas como la de su ejecución a manos del hacha del verdugo no son muy distintas a las que estamos viendo demasiadas veces en los informativos. "Sí. Hay que ver en Maria Stuarda un reflejo directo de lo que está pasando ahí fuera, sí. Me refiero a las ejecuciones de periodistas en nombre del Estado Islámico, por ejemplo. Estamos contando la historia de los Tudor, pero con ella mostramos lo que pasa cuando uno cree que sus convicciones deben prevalecer por encima de la voluntad del resto".

Como norteamericana, ¿qué opina de la pena de muerte?

Es un gran error. Y puedo argumentarlo: creo que no resuelve nada, ni siquiera la idea de venganza. Económicamente es un desastre, porque es mucho más caro ejecutar a un prisionero que mantenerlo vivo. Como norteamericanos, nosotros nos vanagloriamos de ser una nación cristiana, pero lo que predica el Evangelio es que hay que respetar la vida. Lo que deberíamos hacer es integrar al resto de religiones.

Una reina de la ópera pronunciándose alto y claro sobre la pena máxima. Y no acaba aquí su recital. "Lo que ha ocurrido recientemente en Estados Unidos con la muerte de varios ciudadanos negros a manos de la policía es porque aún hay quien cree que unas vidas tienen más valor que otras por el color de la piel. ¿Por qué hay quien cree que su vida vale más que la de otros? ¿Qué le hace pensar eso? Es una muestra de inseguridad. Lo hacemos para sentirnos mejor con nosotros mismos. Por eso nos rodeamos de gente afín, porque nos hace sentirnos protegidos. Lo que hace falta es empatía: ver al otro como un ser humano completo, como un igual. Y esto que digo, y espero que se me entienda, vale para todos los extremismos".

Ya ven. Si esperaban una voz de falsete o unos compases de arias edulcoradas se han equivocado de entrevista. En su blog oficial, Joyce DiDonato (conserva el apellido de su primer marido, el de soltera es Flaherty) escribe de todo, muchas veces en respuesta a sus fans, pero no siempre son comentarios que tienen que ver con su carrera de éxitos. Que los hay. Por ejemplo, recogió en Los Ángeles el Grammy a la mejor solista vocal clásica en el 2012 por su álbum 'Diva/Divo', en el que cantaba con su magnética tesitura de mezzo arias de personajes masculinos y femeninos. Pero a lo que íbamos, DiDonato ha mostrado en numerosas ocasiones su apoyo público, por ejemplo, a gais y lesbianas. Una de las más sonadas fue cuando, en un concierto de la BBC, cantó el 'Somewhere over the rainbow', de 'El mago de Oz', dedicado especialmente a los activistas gais rusos.

Igualdad y educación

"No soy de esa clase de artistas que rehúyen los temas controvertidos. Y si he tenido ocasión, he manifestado lo que pienso. Mire, a mí hay dos temas que me parecen fundamentales: uno es la igualdad; el otro, la educación. Me interesa mucho la educación artística, porque las ciencias sin el arte serían como una educación incompleta, coja. Hay que poder ver y entender la vida a través de los ojos de otras personas y así formarte como una persona más completa. Yo no sé lo que es ser gay, pero me puedo hacer una idea muy profunda, porque he estudiado esos sentimientos, porque podría ponerme en el lugar de personas que sí lo son. Como he dicho antes, la empatía lo es todo. Y no me puedo quedar callada o mirar para otro lado si la vida de otra persona no es tenida en cuenta por ser pobre, negro o gay".

La tarde avanza y pronto llegará su decapitación. Fuera del camerino, en la Rambla, cae la tarde. Desde aquí se ven colgadas algunas banderolas que, con su foto, anuncian a 'Maria Stuarda'. Son días previos a Navidad. En el cuarto no hay flores. Es un espacio aséptico, funcional. En un repisa se ve lo nuevo que está estudiando: la Agripina de la ópera de Händel.

"¿Sabe? Amo este teatro. Creo que ya tengo establecida una relación estrecha con el personal y el público del Liceu. Por eso vuelvo cada Navidad [risas] y es algo excitante. Sé que la crisis y los recortes han afectado también a este teatro y sé que ha sido muy duro porque ha habido despidos. Pero hay que continuar y preguntarnos más que nunca si lo que estamos haciendo es realmente importante, si vamos por el buen camino. Y, sobre todo, hay que darse cuenta de lo necesarias que son las artes también en estos momentos".

Amor por Barcelona

DiDonato ama también Barcelona. Se ha comprado un piso aquí. "¡Sí!. He conseguido un apartamento en Barcelona, cerca del Arc de Triomf y estoy feliz. Será mi hogar en Europa. Incluso tengo una bicicleta. No lo planeé así, pero ha ocurrido por una serie de razones. Buscaba un lugar silencioso, con ascensor, terraza y con espacio para otros cantantes. Y lo he encontrado. Con estos calendarios de actuaciones nuestros, que nos tienen siempre viajando, a veces tengo una semana libre y no es tiempo suficiente para regresar a Estados Unidos. Así que aquí espero estudiar y disfrutar de la vida. Me encanta la ciudad y mi amor está aquí

Se podrían topar con ella en algún restaurante del Born o curioseando por las paradas del mercado de Santa Caterina –"soy una 'foodie', sí. Me gusta salir a comprar y cocinar después. Es lo que he hecho en Navidad. Me encantan las setas y he visto en la Boquería, pero hay demasiados turistas en ese mercado, ¿no?", se queja–. Sí. Nos la imaginamos cocinando en casa, en compañía, con un copa de vino blanco en la mano, música clásica y unas velas de fondo. "No es mal plan, me apunto", dice ella.

Y como colofón de esa cena hipotética, podría arrancarse a capela con alguna pieza de su último trabajo discográfico: 'Stella di Napoli', como un brindis recordando el nacimiento de la ópera y del bel canto en sus orígenes napolitanos. El joven director italiano Riccardo Minasi ha trabajado estrechamente con DiDonato dando nueva vida a estas partituras, reconstruyendo muchas rarezas y realizando una rigurosa investigación musicológica para recuperar tres arias injustamente olvidadas y grabadas y editadas de nuevo para su estreno mundial.

Canciones napolitanas

"El proceso ha sido un poco como lo que hicimos en el disco 'Drama queens' con el Barroco. Como ir a rebuscar en el baúl de la abuela a ver qué hay dentro. Hemos encontrado cosas que ahora nos parecen maravillosas y que en su momento quizá no gustaron tanto o han pasado más desapercibidas. El disco es como un volcán de creatividad. Hemos concentrado un periodo magnífico de la historia de la música napolitana, unos 25 años de absoluta locura, con los cantantes pidiendo arias y más arias a los compositores... Riccardo Minasi me presentó unos 500 temas y no exagero nada en absoluto. Lo que hemos recogido es solo una ínfima parte. No todo ese periodo es fantástico, claro, pero podría haber grabado tres discos más como este. Hay composiciones muy románticas, muy vanguardistas y atrevidas para la época. Y de diferentes autores".

Cierto. Ahí están, junto a Bellini, Rossini y Donizetti, Mercadante, Carafa, Valentini y Giovanni Pacini, cuya burbujeante y explosiva Stella di Napoli (1845) da título al álbum. Le comentamos que hemos visto colgado en Youtube un vídeo en el que, vestida de lentejuelas, presenta Stella di Napoli en un local muy 'trendy' de Brooklyn, una antigua metalurgia reconvertida en sala de fiestas, el Gowanus Ballroom, y recuerda esa experiencia como algo maravilloso.

"Es un buen ejemplo de ese esfuerzo que debemos hacer los artistas por acercar la ópera a otros públicos. Hay que volver a definir qué es la ópera y llegar a más gente. Y a estas alturas hay que huir del espectáculo culto reservado solo a unos pocos. Mi experiencia es que, si en un marco relajado pero con cierta clase, te acercas a la gente joven y les cantas ópera presentando las composiciones, explicándoles el drama o la pasión que se cuenta en ellas, los vas a volver locos, los vas a llevar a tu terreno, aunque estén tomando unas cervezas y aplaudan antes de tiempo. En ese miniconcierto, sin la voz amplificada, la gente flipó. Y eso que alguno me confesó que no sabía nada de ópera. Espero poder seguir haciendo cosas así en el futuro".

Ya la veo haciendo una incursión en la música electrónica, por ejemplo.

¿Por qué no, si es buena? Si eres inteligente, se pueden hacer muchas cosas. Es otra forma de canalizar la música. ¿Ha pensado alguna vez qué podría hacer ahora Mozart con toda la tecnología actual a su alcance? Sería increíble.

Se acerca la hora (de prepararse para su ejecución). Durante la entrevista ha habido también un momento muy intenso, cuando ha recordado que, recién fallecido su padre, tuvo que enfrentarse a la ópera 'Idomeneo' en estado de shock. “No entendía su pérdida sin avisar. Y lo que ocurrió es que a través de la música de Mozart pude pasar ese duelo, pude hacer esa transición, aunque no la entendiera. Sé que no soy la única persona que ha tenido una experiencia así gracias a la conexión con la música. Es una buena terapia para entender cosas que no son fáciles. La música tiene mucho poder”.

Toca ya enfrentarse a otra velada gloriosa, con el papel que encumbró hace muchos años a Montserrat Caballé. "Lo sé, lo sé. Conozco bien el legado (y se lleva las manos a la cabeza). Al menos espero que de aquí a 20 años alguien se acuerde de mi Maria Stuarda". Y estalla en risas.