Conozca a Pepón Nieto como la palma de su mano

Le leemos la mano al actor de Marbella, que vuelve a ejercer de bonachón en el teatro con 'Mitad y Mitad'

dominical 599 la mano de pepón nieto

dominical 599 la mano de pepón nieto / periodico

ANA SÁNCHEZ / Barcelona

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DE ANTEMANO

Ya no le llama José Antonio ni su madre. Es Pepón desde los 14. “Porque hasta los 13, 14 no empecé a ponerme gordo”, dice ya de carrerilla. Pepón Nieto arrastra con resignación el estigma de bonachón desde sus tiempos de becario en la serie 'Periodistas' (1998). “La maldad –advierte con su cara de buenazo– es intrínseca al ser humano”. Su paradoja vital: ha conseguido el éxito con papeles de perdedores. El último, el de la comedia negra 'Mitad y mitad', que produce y ahora protagoniza con Paco Tous. [Hasta el 16 de marzo, en el Teatre Condal de Barcelona].

Fuera de los focos, Pepón Nieto también es mitad y mitad: pragmático y emocional a partes iguales. Vive a diario en una “comedia romántica estable”, se ríe. Es un tipo sincero. “Demasiado”, puntualiza él. Flexible. “Puede que sea flexible o que tenga poca personalidad” [carcajada]. Un culo inquieto al que es improbable que se le vaya la olla. Es hijo, nieto y hermano de hosteleros. Una advertencia para quien entre en su cocina: en la nevera verá un imán de Benedicto XVI. “Una broma de un viaje a Roma”, se justifica él. Ni es cristiano ni siquiera monta Cristos. “Monto pollos cuando toca, pero Cristos monto pocos”, sonríe. ¿Que en qué cree Pepón Nieto? “Yo creo en la vida y creo en el amor y creo en las personas”.

VIDA

Le resumen con esta frase: “Es un actor que pega una hostia a un niño y te pones de parte de Pepón”. 

Eso lo dijo [el productor] Daniel Écija cuando hacíamos 'Periodistas'.

Usted cae bien. 

Pero yo creo que tiene que ver con el físico. Y lleva mucho a engaño.

No es tan bonachón como parece. 

No funciono a cuatro chistes por página. Así funciona la gente en las series. Yo no. Yo creo que tengo también una parte de hijo de puta.

¿Ahora mismo iría al cielo o al infierno? 

Yo iría al cielo, pero pasaría un poquito por el purgatorio [se ríe].

¿Lo peor que ha hecho en su vida? 

Ay, no sé. Este tipo de preguntas me recuerdan esa cosa de la moral judeocristiana de la culpa.

¿No se siente culpable?

No he hecho nada importante como para sentirme culpable. No le he pisado el cuello a nadie, en plan trepa.

¿No se arrepiente de nada? 

Sí, me arrepiento de no haber puesto toda la carne en el asador.

En el terreno sentimental. 

Sí. Me arrepiento de cosas que a lo mejor no he hecho por alguien a quien he querido.

Acaba de cumplir 47 años. 

Sí.

¿Cómo lleva la trilogía de la plenitud? Árbol/libro/hijo. 

Pues solo he plantado un árbol, no he tenido un hijo y no he escrito un libro. Ni he montado en globo. Estoy al 33% [se ríe].

Quiere tener hijos. 

Me gustaría, desde hace años. 

Pero… 

No encuentro la pareja que quiera tenerlos conmigo. No sé. Nunca se han dado las circunstancias. Sí que me gustaría. Ha sido una cosa que siempre ha estado ahí.

Lo daba por hecho. 

Y han ido pasando los años y las relaciones, y nunca ha ocurrido. 

Y ahora está… 

Ahora estoy que no sé [se ríe].

Tiene un chihuahua. 

Tengo un chihuahua que lo quiero como a un hijo. Pero no es lo mismo.

¿Perro ladrador poco mordedor? 

Bueno, pega unas tarajás cuando lo vas a bañar...

¿Y el chihuahua? 

[Se ríe].

¿Usted muerde? 

No, yo soy más pacífico.

En su casa tiene los cuadros en el suelo. 

Hay algunos colgados. Es porque estéticamente me gusta y muchas veces no sé dónde ponerlos.

¿Alguna otra manía? 

Me gusta mucho cocinar y soy muy maniático en la cocina. 

Su abuela era cocinera. 

Era cocinera profesional y mis tres hermanos se dedican a la hostelería. Mis padres tuvieron un restaurante.

A usted no se le pasará el arroz. 

Algún día se me pasará [se ríe]. Se me da muy bien la cocina tradicional. Hago muy buenos guisos y arroces. 

Se come bien en su casa. 

Y soy muy maniático en la cocina. Soy muy dictador. Porque para mí es un espacio muy personal, muy de relajación.

¿Solo le pasa en la cocina? 

Sí. Como cualquiera que tiene su sitio para meditar. A mí me ocurre en la cocina.

TRABAJO

Qué ironía: debutó en el cine con ‘Días contados’. 

Ajá.

Y han pasado 7.300 días. 20 años. ¿Los cuenta? 

No. Pero el otro día me dijeron: “Ya mismo son tus bodas de plata”. Y empecé a contar. Igual llevo veintitantos años trabajando.

Ha triunfado con papeles de perdedores. 

[Se ríe] Siempre. Yo creo que todos somos perdedores.

¿Qué tiene usted de perdedor? 

Pueeeees… El callo [se ríe]. Tengo callo de perdedor.

¿En qué sentido? 

En que he perdido en muchas ocasiones. En la vida se pierde más que se gana. Y aprendes más de perder que de ganar. 

¿Qué es lo que más le ha costado perder? 

He ganado dedicarme a lo que quiero, pero he perdido las cosas de mi pueblo [Marbella]. He perdido tener contacto con mi familia cercana.

¿Le ha compensado? 

Sí. Mi trabajo es lo que más satisfacciones me ha dado en mi vida.

¿Qué taparía con Tipp-Ex en su currículo? 

Hay cosas que te han llenado más y cosas que te han llenado menos. Pero no las taparía, porque las he aceptado y siempre te han aportado algo, aunque solo sea “he conocido a tal amigo”.

AMOR

[“Aquí voy a ser muy parco”, advierte. “No me gusta hablar de mi vida privada”].

Siendo actor, le habrán montado muchas escenas. 

Alguna que otra, sí. Y yo también las he montado.

Siempre saldrá airoso. 

No se crea. Que luego también dicen: “Joder, qué buen actor eres. Cómo se te ve el truco” [se ríe].

Ha dicho que liga menos que el chófer del Papa. 

No ligo excesivamente, pero tampoco poco [se ríe]. Siempre me han durado mucho las parejas. He sido poco de ligar. He sido más de estar.

Para seducir a alguien, le mandaría una tortilla. 

Creo que la seducción por el gusto es muy atractiva. No he seducido así directamente, pero sí que se han quedado por la cocina.

¿La táctica más increíble con la que ha ligado?

Soy poco de estrategias. Me han funcionado más las cosas por pesado, que por estratega.

No le importa decir “te quiero”. 

No. Para nada. Me importa decirlo si no es verdad. 

Qué ironía que lo diga un actor. 

Ya. Es que cuando me bajo del escenario soy yo. 

Un hombre sincero. 

Demasiado. No a todo el mundo le gusta que le digan la verdad. 

¿La verdad más dolorosa que le han dicho? 

Que no me querían. Eso de: “Sí, pero no te quiero”.

El momento más surrealista de su vida amorosa. 

Cuando me he visto insistiendo en salvar una relación que ya sabía que no iba a ninguna parte.

¿Cuánto tardó en darse cuenta? 

Uy, tres meses o cuatro. Muy torpe, muy torpe. Yo vivo una ruptura sentimental con una sensación de fracaso que no debería tener. Con lo cual al final terminas envenenando tanto la situación por querer salvar los muebles que es mejor que se quemen con el piso.

¿Le queda algún mueble por salvar? 

Ahora mismo no. No tengo ni muebles ni gatos [se ríe].