Conozca a Jose Corbacho como la palma de su mano

Le leemos la mano al rey de 'Hospiwood', que acaba de debutar como novelista con el 'collage' humano 'People from Ibiza'

dominical 659 barcelona 26 03 2015  dominical JOSE CORBACHO

dominical 659 barcelona 26 03 2015 dominical JOSE CORBACHO / periodico

ANA SÁNCHEZ / Barcelona

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DE ANTEMANO

Alguna raya de la palma de su mano vendría a ser la versión quiromante del tatuaje 'Amor de madre'. “Yo estoy muy enmadrado –reconoce–. Dormí con mi madre hasta los 4 años y medio o 5. Y le cogía la mano. Muy fuerte”.

Jose Corbacho; Pepito, para medio L’Hospitalet. 'Showman' multifunción con apellido de exministro. Este año cumple 50. “El 12 de diciembre, como Frank Sinatra”, se ríe. No hay rastro de crisis. “Como llevamos unos añitos de crisis, las de edad las vas dejando de lado”, se justifica. Acaba de debutar como novelista con su media naranja creativa, Juan Cruz, con un 'collage' humano lleno de maletas, 'People from Ibiza' (Plaza & Janés). Historias cruzadas de vacaciones con un estribillo: cambio. Ibiza también le cambió la vida a Corbacho. “Conocí a mi segunda mujer”.

A final de año, el tándem de Hospiwood (Goya a la mejor dirección novel con 'Tapas') estrenará película: 'Incidencias'. Libro y filme funcionarán bien. Se lo ha dicho a Corbacho su acupuntor. “Porque este año es 9, por no sé qué numerología, y yo soy un 9 puro”. También le dijo que estaba “desperdiciando su 9” con lo que hacía. Un ejemplo de “9 potente”, añadió, es Vicente Ferrer. “Es algo con lo que siempre he fantaseado –dice el 'showman'–: irme a un sitio a ayudar a la gente”.

Corbacho desprende familiaridad condensada. No lleva reloj porque le encanta preguntar la hora. Es generoso y confiesa a bocajarro que también mentiroso. Es casero, asegura, pero tiene una maleta junto a la puerta. “La dejé hace un mes y me da buen rollo”. Compulsivo a ratos. Vio 'El hijo de la novia' tres veces en bucle en el cine. (Ahora la ve una vez al año). Hombre con intuición. “Cuando no la sigo, me suelo arrepentir”. ¿Su mayor virtud? “Me gusta vivir la vida plenamente”.

VIDA

Usted nació con Estrella.

Nací con Estrella, sí, porque, si no [se ríe], no hubiera nacido. Mi madre se llama Estrella.

Salmantina y farinera.

De hecho, mi tío, que era mi tío pero se llamaba Primo y se apellidaba Nieto...

¿En serio?

Mi tío Primo Nieto le hacía los botos camperos a Farina. Era zapatero.

Su madre es su mejor estilista. [Es modista].

A veces me riñe. “¿Dónde vas así…”.

“... Pepito?”.

Para mi madre y la mitad del barrio sigo siendo Pepito, por suerte. Así te colocan [se ríe]. Mi madre planchaba los tejanos con la raya.

¿Y ahora?

Tiene una manía que me pone muy nervioso: viene por detrás y me sube los pantalones. “Mamá, que estamos en un restaurante”.

Eso le mantendrá los pies en el suelo.

Si tu madre te sube los pantalones, dices: “No soy nadie”.

Era, ha dicho, un niño orejón, enclenque y enfermizo.

Sí. Orejón, porque me lo recordaban mis compañeros de clase. Luego [se ríe] descubrí la habilidad de desviar el foco de atención.

Sobrevivió.

Sí, sobreviví. Y enfermizo, porque hasta que no me descubrieron la espina bífida con 17 años me provocó infecciones, enfermedades y tal... Llevaba zapatos ortopédicos. No era Forrest Gump [se ríe], pero…

Pasó mucho tiempo en el hospital.

Sí. Con el tiempo, me gustó mucho esa experiencia.

¿Por qué?

Porque me cogieron de pequeño unos pediatras y al ir creciendo me quisieron llevar los mismos médicos. Y acabé rodeado de niños. Salvando las distancias, parecía Jesucristo. Y cuando los niños se ríen, es el subidón extremo. Era muy agradable. Duro, porque tampoco es un sitio en el que uno quiera estar.

¿Eso deja trauma?

A mí, más que trauma, me dejó un buen poso. Una cosa vital, optimista.

Su padre no era severo, pero sí sebero.

Repartía sebo (grasa). Yo estudiaba BUP por la tarde y trabajaba por la mañana en la fábrica y los viernes me daban un sobre con dinero.

El primer Bárcenas.

[Se ríe]. Los Corbacho fuimos unos adelantados repartiendo sobres.

De su padre heredó la máxima “el dinero es para gastarlo”.

Totalmente. Cuando tienes dinero, te lo gastas, y cuando no, pues no.

¿Ahora en qué momento está?

Tengo dinero, pero se lo tengo que dar a Hacienda [se ríe].

Dice que es importante ser vicioso para disfrutar de la vida.

Yo creo que hay que tener vicios. Todo lo que nos gusta, como decía Pata Negra, es ilegal, inmoral o engorda.

Usted tiene los siete pecados capitales.

Sí, aunque no sabría enumerarlos todos.

¿Qué es lo más excéntrico que ha hecho?

He hecho cosas que, desde mi punto de vista, son normales. Despertar a un amigo a las cuatro de la madrugada pintados como 'Braveheart' y llevarlo a Glasgow a una final de la UEFA.

Resuma su vida con un gag.

Que en estos 50 años el pelo ha ido yendo hacia abajo [se ríe].

TRABAJO

Su mejor definición, ha dicho, se la gritaron en el festival de Málaga: “Ese es el tío que hace eso”.

Sí. Me quedé tan satisfecho que no fui capaz de preguntar: “¿Puedes concretar un poco más?”.

¿Puede concretar?

No. Soy el tío que hace cosas. 

Actor, director, guionista, ‘showman’, cómico, presentador, empresario, ahora escritor.

Sí. 

Nadie diría que lo que más le gusta es no hacer nada.

Eso es verdad. Últimamente me gusta un verbo del cine: localizar. Me puedes ver estirado en Ibiza con un mojito, pero estoy localizando.

¿Por eso ha hecho un libro sobre Ibiza? ¿Para justificarse?

Para justificar 10 años localizando en aquella isla [se ríe]. Me gusta no hacer nada, pero también porque no haciendo nada te inspiras. 

¿El momento más vergonzoso de su vida?

Me lo hizo pasar Buenafuente. Yo hacía una sección que era una entrevista con venda y él un día me la hizo a mí. Y dijo: “¡Tu madre!”. Y ahí pensé: “¿Dónde está el pause?”. Es un botón que no existe en la vida, pero a veces lo buscas [se ríe].

¿Y ha buscado el ‘delete’?

El delete, no. Las cosas se hacen por algo. Siempre son una consecuencia y son para bien. Lo peor es para bien.

AMOR

Perdió la virginidad delante de una máquina de pollos.

No recuerdo si exactamente fue la virginidad, pero fue la primera vez que jugué a “esto parece que entra aquí”. Tenía 7, 8 años.

¡7 años!

Hasta los 16 no volví a tener relaciones. Pasé un paréntesis de mi vida pensando: “¿Esto pasará una vez cada 10 años?”. Ella era mayor: tenía 10, 11. Con el calor de los pollos, lo recuerdo como algo entre maravilloso e infernal.

¿Por eso le gusta tanto montar pollos?

Exacto. Para hacerme feliz, invítame a un pollo a l’ast.

Le gustaría saber cómo es parir.

Me gustaría parir, sí. También quizá lo digo porque como sé que es bastante difícil... [se ríe].

¿Entiende a las mujeres?

Noooo. Pero me gusta no entenderlas. Me encanta no entenderlas porque una parte de su virtud es esa complejidad.

¿Usted es fácil de entender?

Yo creo que sí, pero igual mi mujer opina otra cosa [se ríe].

¿Cuál es la mayor locura que ha hecho por una mujer?

Cambiar de vida radicalmente. Divorciarme de mi anterior mujer.

Tiene un hijo.

De 11 años. Adisu. Es el nombre que tenía. Lo adoptamos en Etiopía y tenía ese nombre, que en etíope significa “el nuevo”.

Fue a buscarlo a Etiopía y en el hotel se encontró a Rubianes.

Fue uno de los primeros que tuvo a mi hijo en brazos. Decía: “Este niño es muy serio”. Y a día de hoy sigue siendo muy serio [se ríe]. La mirada etíope es muy potente.

¿Cómo es el Corbacho padre?

El Corbacho padre probablemente sea… Con muchos defectos [se ríe], como el Corbacho normal. Aprendes a ser padre, porque no hay ningún manual.

¿Debería existir uno?

Los niños los debería hacer Ikea [se ríe]. Te dejarías una llave Allen, pero tendríamos más claro el funcionamiento.