Circo Aventura: la alianza de dos gigantes

Port Aventura y el Cirque du Soleil suman fuerzas y el parque temático de Tarragona acogerá el espectáculo 'Kooza' hasta el 30 de agosto

Cirque du Soleil

Cirque du Soleil / MARTÍ FRADERA

RAFAEL MORALES

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La magia y el espectáculo que acompañan siempre al Cirque du Soleil han encontrado este año un buen aliado: el parque temático Port Aventura. El resort de Tarragona, uno de los más importantes de Europa, ha conseguido atraer la atención de los responsables del circo de origen canadiense con la intención de que se instale en él de forma permanente. De momento, la prueba piloto que supone la representación de 'Kooza' hasta finales de agosto ha conseguido dar un nuevo impulso al prestigio del parque. Del resultado final, es decir, de si consiguen llenar a diario su carpa con 2.500 localidades, dependerá que la experiencia tenga continuidad.

'Kooza', que significa algo así como caja en sánscrito, es un retorno a los orígenes del Cirque du Soleil en el que se combinan las dos especialidades circenses más tradicionales. Los números de acrobacias y los payasos mantienen al público en un constante batir de palmas. De la mano del personaje central, Innocent, que liga toda la representación como si de una obra de teatro se tratara, ante los espectadores van apareciendo actuaciones llenas de fuerza, movimiento y armonía.

"Estamos disfrutando de un gran espectáculo", explicó Fernando Aldecoa, director general de Port Aventura, en el estreno, el pasado 10 de julio. El parque, que el año pasado recibió casi cuatro millones de visitantes, ha invertido más de 125 millones de euros en los últimos cuatro años con un ambicioso fin: llegar a convertirse "en el mejor destino de ocio familiar de toda Europa". El acuerdo con el Cirque de Soleil es el primer paso, pero el objetivo es ir trayendo cada año "grandes referentes internacionales".

Se refiere el director general a proyectos como el del anunciado Ferrari Land, un nuevo parque temático, con hotel incluido, dedicado a la marca de coches italiana, que esperan que se pueda visitar a partir del 2016. Las novedades previstas para esta temporada (Angkor, la espectacular atracción de agua que se inauguró en abril, y el show del Cirque de Soleil) ya han pasado el test del público. Y, visto el buen número de reservas que están registrando para 'Kooza', Aldecoa se atreve a avanzar que será "un gran éxito" que permitirá convertir a los saltimbanquis más famosos del planeta en otro de los alicientes permanentes para visitar Port Aventura.

Estreno en Catalunya

Pese a que lleva siete años en cartel, es la primera vez que Kooza se ve en Catalunya y en un parque temático europeo, y las vueltas que ha dado por el mundo tampoco le han restado ni un ápice de la frescura y la capacidad de asombrar con que se presentó en el 2007. El espectáculo ha ido evolucionando en este tiempo, y hoy son 53 los artistas que completan un repertorio de dos horas que pasa en dos segundos gracias a la magia que son capaces de desplegar. No en vano, forman parte de la troupe del Cirque du Soleil algunos de los mejores artistas del mundo en cada especialidad.

Es el caso de los hermanos Quirós, la quinta generación de una familia circense española, que han hecho evolucionar el arte del funambulismo para situarse en la cumbre de lo que se conoce como alambre alto. Es decir, un alambre a diez metros de altura y otro a seis metros por los que los hermanos Vicente, de 52 años, y Ángel, de 51, saltan, corren, bailan, pasean en bicicleta y se suben uno encima del otro. "Es arriesgado", admite Ángel, que esta vez cuenta con la ayuda del colombiano Brayan Sánchez porque Roberto, el tercer hermano Quirós, se está recuperando de una dolencia en un oído que le causa mareos.

Jefe de vestuario catalán

El jefe de vestuario de toda la 'troupe' es un sastre de Palafrugell. Marcel Bofill, de 36 años, se enroló en el Cirque du Soleil en el 2005 como trabajador local, pero al año siguiente le ofrecieron –y no se lo pensó "ni dos minutos"– capitanear el equipo que se encarga de que todo el vestuario esté en perfectas condiciones. En la oferta vio la oportunidad de colmar sus ansias de viajar y de formar parte de un mundo de artistas. "Cuando entré en el vestuario del circo me dije: 'Yo quiero trabajar aquí", explica. "Es fantástico", añade, aunque ahora, después de encontrar pareja, ser padre y llevar más de ocho años trotando por el mundo, ha decidido que esta sea su última representación.

Su tarea consiste en asegurarse de que la visión de la diseñadora y la del creador del espectáculo estén en sintonía. Para ello, se mantiene en contacto permanente con la sede de Montreal, donde se produce todo. "Allí tienen los patrones y las medidas de cada artista y hacen todo el vestuario a medida. Nosotros nos encargamos de que todo esté en perfectas condiciones y de hacer algún retoque", explica en medio del taller en el que dirige a media docena de personas, situado junto a la sala donde los artistas calientan los músculos, se contorsionan, saltan o suben al alambre.

Bofill ha decidido volver a los orígenes, afincarse en Barcelona y montar un taller propio, aunque relacionado con el mundo artístico, en el que explotar todo lo que ha aprendido en el engranaje del Cirque du Soleil. "En el vestuario de aquí no hay límites, se puede hacer prácticamente casi todo. El estudio que tiene el circo en Montreal es inmenso. Hay un departamento en el que solo se dedican a hacer serigrafía para los trajes, en otros se centran en evolucionar los tejidos... el abanico de posibilidades es casi inagotable", detalla.

Magos del alambre

Mientras el circo de la familia Quirós está estos días en Gandía, los hermanos no se cansan de 'Kooza', un espectáculo del que forman parte desde el inicio y con el que han recorrido las grandes ciudades de medio mundo. "¿Me siento en la silla sobre el alambre y Ángel se pone detrás?", dice Vicente, ante la incredulidad del fotógrafo, en un paréntesis del ensayo. Dicho y hecho. Los dos aguantan sin aparente dificultad sobre el alambre hasta que el fotógrafo se sacia de imágenes.

"Este circo es muy diferente de los tradicionales. Todo es perfecto. Tenemos dos reuniones semanales, te controlan los coreógrafos y directores artísticos, los fisioterapeutas... Aquí todo es muy estricto", relata Vicente, que sobre el alambre hace cosas que parecen imposibles a sus 52 años.

"Aportan aire, luces, velocidad y esencia, nos muestran su agilidad y arriesgan sus vidas con números sobre el alambre que son muy impactantes", dice de ellos la directora artística de 'Kooza', Terri Baker. Para Baker, 'Kooza' todavía tiene recorrido para seguir en cartel unos cuantos años más. "Aún hay muchos países donde no se ha representado", dice esta artista que se enroló en el Cirque du Soleil en el 2008, tras destacar en la dirección artística de óperas y otros espectáculos musicales en Londres. Ni ella ni los artistas se cansan de este espectáculo, a pesar de los años que llevan con él a sus espaldas. "Este 'Kooza' no es mejor ni peor que los anteriores. Siempre es fresco y, además, el circo nunca morirá", afirma.

Engranaje perfecto

Un ejemplo del perfecto engranaje que mueve a 'Kooza' y al resto de los espectáculos del Cirque du Soleil es el momento de levantar la carpa, una acción que consiguen en 15 minutos, tras los preparativos previos, claro. Nada fácil, en todo caso, teniendo en cuenta que necesitan 65 tráilers para transportar todo el material, que ocupan un espacio similar al de tres campos de fútbol juntos, que la carpa tiene un diámetro de 50 metros y que se sostiene con cuatro mástiles de 24 metros. Para ello trabajan de forma permanente 130 empleados (incluidos los 53 artistas) y contratan a otros 130, aproximadamente, en cada lugar donde se instalan.

"Toda la organización está milimetrada y, después de tantos años, se ha convertido en una rutina en la que todo el mundo sabe lo que tiene que hacer", asegura Heather Reilly, directora de operaciones de Kooza. No en vano, han llegado a Tarragona procedentes de Viena tras un recorrido en Europa que se inició en el enero del 2013 en un teatro de Londres, y después les llevó a recorrer, como un circo tradicional, Madrid, Bilbao, París, Múnich y Ámsterdam, entre otras grandes ciudades europeas. Para ellos, rutina.