Alondra Bentley: la cantante multitarea

Además de artista ha tenido que ser profesora de inglés, 'babysitter', dependienta y animadora infantil. Su nuevo disco es "una gran alegría fruto de un gran esfuerzo"

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JUAN FERNÁNDEZ

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En los últimos tiempos, ha sido fácil encontrar a Alondra Bentley (Lancaster, Reino Unido, 1983) cruzando Madrid de punta a cabo con prisa en el minutero y urgencias en la agenda, pero sin perder jamás la calma y la dulzura que siempre perfuman su presencia.

Quizá en ese momento volvía de impartir una clase de inglés, camino de un ensayo con su banda al que llegaba tarde, o se dirigía a hacer de 'baby sitter' unas horas antes de volver a atravesar la ciudad para llegar a tiempo de una grabación en la radio. Siempre a la carrera, siempre con esfuerzo, pero sin mostrarse en ningún instante de otra forma que no fuera serena y alegre, como es ella.

UNA APUERTA PERSEVERANTE

"Esta es mi historia y la de la mayoría de artistas, músicos y creadores que no solo no pueden vivir de su arte, sino que han de dedicarse a otras muchas tareas para subvencionar sus carreras. La imagen del cantante que se dedica a hacer gárgaras de miel y pensar únicamente en sus canciones es minoritaria. Pero de esto no se habla nunca por un absurdo pudor. Como si nos restara caché reconocer que debemos currar en mil cosas a la vez para poder seguir haciendo lo que más nos gusta", explica a cuento de 'Resolutions', su nuevo disco, resultado de su perseverante apuesta por su forma artesana de concebir la música, y que llega cargado de guiños a esos infinitos momentos prosaicos del día a día que hacen posible que, al final de tanto sacrificio, acontezca la grandeza del arte.

"Creo que el secreto de vivir consiste en encontrar el equilibrio entre el sacrificio y la diversión, sabiendo que, si nos esforzamos, luego la alegría será mayor"

En realidad, el disco iba a llamarse 'Effort and Joy', título de uno de los temas del álbum, en el que Alondra reflexiona sobre una frase que le dijo su madre. "Un día me regaló una acuarela pintada por ella y encabezada por el lema: ‘La vida nos envuelve y nos invita a esforzarnos y a disfrutar en todo lo que hacemos’. Creo que el secreto de vivir consiste en encontrar el equilibrio entre el sacrificio y la diversión, sabiendo que, si nos esforzamos, luego la alegría será mayor", analiza. 

Su experiencia de los últimos cuatro años, desde que publicó su anterior disco, 'The garden room' (2012), confirma esa intuición. En este tiempo, Alondra ha compaginado su faceta de compositora y cantante con las de profesora de inglés, cuidadora de bebés, vendedora de tienda y animadora de 'shows' infantiles sin perseguir otro objetivo que poder seguir dedicándose a su pasión. 

MÚSICA POPULAR

Lejos de los grandes sellos discográficos, la música popular pervive gracias a la voluntad de ciertos artistas que ponen la vocación por encima de las limitaciones y las ganas a una altura que no alcanzan las dificultades. Alondra, transparente como pocas, encima lo canta: en 'When I back home', el penúltimo corte del disco, explica cómo se siente cuando al final de la jornada llega a casa, agotada tras haber atendido incontables tareas en innumerables lugares, y a esa hora ha de quitarse todos esos disfraces ajenos para quedarse con su única y verdadera identidad de cantante y compositora. 

"When I get back home from work. I intend to write a song. I try not think of the kitchen sink, the dishes have been waiting all day long" ("Cuando llego a casa tras el trabajo, intento escribir una canción. Procuro no pensar en el fregadero, los platos llevan esperando todo el día"), suspira en la melodía. 

Lejos de cualquier sombra de lamento, haber elegido el camino de la perseverancia es hoy para ella motivo de dicha. "Pertenezco a un sello pequeño, Gran Derby Records, donde funcionamos casi en familia y no manejamos grandes presupuestos. Sabía que si quería hacer el disco que tenía en la cabeza debía costeármelo por mis propios medios. Ha sido agotador, pero ahora me satisface pensar que todo lo que hice durante ese tiempo ha conducido a esto. Ha merecido la pena. 'Resolutions' ha sido, como decía mi madre en aquella frase, una gran alegría fruto de un gran esfuerzo", explica.

"Los estados de ánimo que transmiten esos ritmos formaban parte de mí desde hacía tiempo, pero en mis discos anteriores no había sabido reflejarlos"

En su caso, la alegría es doble: por haberlo conseguido y por las cualidades del resultado. Los seguidores de Alondra abrieron mucho los ojos el pasado verano cuando escucharon las notas de ''What will you dream', primer adelanto del nuevo álbum. El folk acústico y melancólico de sus dos primeros trabajos –'Resolutions' es su cuarto disco si se cuenta el que dedicó en el 2012 al público infantil– ahora era un pop luminoso y enérgico, lleno de ritmo, sintetizadores y 'loops'. Abundan en él los temas de inspiración rockera, soul y pop, nada que ver con el espíritu estrictamente cantautor, de voz y guitarra, que primaba en su música. 

¿Habrá que cambiarle el nombre al disco y llamarle 'Revolutions'? "En realidad, los estados de ánimo que transmiten esos ritmos formaban parte de mí desde hacía tiempo, pero en mis discos anteriores no había sabido reflejarlos. Creo que necesitaba la estabilidad emocional que tengo ahora para sacarlos a relucir. Me siento más segura que nunca sobre lo que quiero hacer y cómo lo quiero hacer. Abandonar la zona de confort implica riesgo, pero a la larga es más estimulante. Podría haberme limitado a hacer las canciones de siempre, con mi voz, mi guitarra y algunos arreglos, pero habría sido demasiado previsible. Esta vez quería ir más allá y hacer algo diferente".

El encargado de leerle ese pensamiento y convertirlo en música ha sido el compositor y arreglista norteamericano Matthew E. White, productor del álbum y pieza clave, según reconoce la cantante, en la definición de su nuevo sonido. El cruce de sus caminos tuvo lugar como suelen ocurrir las cosas alrededor de Alondra: por una extraña combinación de azar, intuición y magia. "En el interior de su primer disco, que me encantó, había una carta donde hablaba de Spacebomb, el colectivo de músicos que dirige en Richmond, la capital del estado de Virginia. Cuando vino a España, actuó en el Torgal, una sala de Ourense que llevan unos amigos míos, y me acerqué a conocerlo y hacer de telonera para él y su grupo. Le hablé de su carta y le pregunté si su proyecto estaba abierto a gente de afuera. Y me dijo: ‘¡Al fin! Llevaba años esperando que alguien me hiciera esta pregunta", recuerda.

UNA EXPERIENCIA VITAL

Tras varios meses intercambiándose  influencias sonoras y gustos musicales por 'e-mail' y Skype, a principios del 2015 Alondra viajó a Richmond para producir y grabar el disco bajo la supervisión de White. "No fue una grabación normal, fue más bien una experiencia vital. Nos acogieron como si fuéramos de la familia. Hacen música de forma muy artesana, que es como me gusta trabajar, así que me sentía como en casa. Matthew me atrajo porque su sonido es cálido y clásico, que es lo que buscaba, pero lo que me animó a ponerme finalmente en sus manos fue que me dijera: ‘Quiero que el disco suene a la música que llevas en la cabeza’. Otros productores se empeñan en poner su sello. Él no", revela.

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De la Alondra de antes permanecen su inconfundible voz, que gana majestuosidad con sus nuevos empaques sonoros sin perder ni una gota de sentimiento ni profundidad, y su gusto por cantar a vivencias, situaciones y personas que le son cercanas. Su madre, fallecida cuando iniciaba su carrera musical y gran inspiración creativa y personal para ella –Alondra es hija de una pintora inglesa y un dramaturgo y poeta murciano–, sigue estando muy presente en sus letras. La Susie de 'Sweat Susie' no es otra que ella. 

En el disco también hay evocaciones a sutiles sensaciones que solo se captan cuando se vive con el radar de las emociones suficientemente afinado. "Todos los años, a mediados de septiembre, me invade una extraña euforia, como si las moléculas del cuerpo se renovaran. La primera vez que me enamoré fue a mediados de septiembre y todos los años, cuando llega esa época, siento lo mismo, incluso físicamente", dice a cuento de 'Mid september', segundo corte del álbum. 

El próximo 29 de enero, Alondra inicia en la sala El Sol de Madrid la gira de presentación del disco (el 27 de febrero estará en el café Torga de Ourense) , que en marzo paseará por China. Esa es otra de esas extrañas anomalías del campo gravitacional de Alondra: hace dos años recibió un correo electrónico del presidente de un sello discográfico chino diciéndole que le fascinaba su forma de cantar y proponiéndole hacer una gira por el país asiático. La cantante recuerda la experiencia como la más marciana de su carrera, pero volvió con ganas de repetir.

En sus conciertos, Alondra se hace acompañar por los músicos con los que empezó a girar hace seis años. "Viven en Valencia, lo que dificulta la logística de los ensayos, pero prefiero trabajar con la gente que me da confianza, aunque me suponga un esfuerzo extra", explica. La reflexión es extensible a todos los ámbitos del universo creativo de una cantante para quien lo artístico nunca entra en colisión con lo humano: el elegante diseño del disco es obra de su amiga María Grande, las fotos se las hizo su amiga Julia Lobo y, al frente del sello que edita el álbum, está su marido, el músico y periodista Nacho Ruiz. "Es cierto, me gusta sentirme en familia. Es mi forma de trabajar, y de ser", concluye.