EL FUTURO DE UNAS GALERÍAS EMBLEMÁTICAS

Tiendas encantadas

EL PERIÓDICO
BARCELONA

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Los comerciantes de los Encants Nous se preparan para soplar velas. Ya están diseñando los proyectos que pondrán en marcha para celebrar el próximo año el 80º aniversario de la ubicación de este centro comercial de la calle de València, 534, donde un cartel anuncia Encants Nous. Hi trobarà de tot. La verdad es que hay de todo, pero las ventas han conocido mejores tiempos. En esto están de acuerdo los titulares de los 70 comercios en activo. Por eso las iniciativas para festejar el aniversario pasarán por dinamizar la facturación.

Escisión de Encants Vells

El presidente de la asociación de comerciantes de los Encants Nous, Xavier Jové, describe la situación: «El último año ha sido tremendo». Además de atribuirlo a la crisis, lo achaca también «al terror que le ha entrado a la gente por la situación económica». «Estamos mal pero no todo el mundo está sin trabajo y, sin embargo, hemos cerrado todos el grifo del gasto», añade.

Los Encants Nous fue una especie de escisión de los Encants Vells. En los años 30 del siglo pasado, un grupo de comerciantes decidió que quería abrir todos los días de la semana, cosa que no sucedía en los Encants Vells, y además querían ubicarse en un sitio fijo porque a medida que crecía la ciudad de Barcelona a los comerciantes de los Encants Vells los iban sacando al extrarradio. Con la idea de instalarse definitamente en un emplazamiento y con el objetivo de levantar la persiana todos los días laborables, alquilaron un terreno.

El solar, situado entre las calles de València, Dos de Maig y Enamorats, había sido propiedad del centro deportivo Martinenc, y se utilizaba como campo de fútbol. Y, en 1931, los botiguers dejaron de ser nómadas. Al principio, las ventas se realizaban al aire libre y hacia 1950 pasaron a un recinto cerrado. El centro vivió largas épocas de esplendor. Elegían cada año la pubilla de los Encants Nous e incluso, tenían un grupo de teatro propio El Quadre Escènic.

Estas actividades se han ido quedando por el camino. Rosa Puig, propietaria de Camisería Camps, pertenece a la tercera generación que se hace cargo del negocio. «Hace 15 años en la parada eramos ocho personas y no dabamos abasto y ahora estoy yo sola», apunta. Para ella la decadencia empezó con «la entrada del euro».

Joaquín González y Ana Sancho, que llevan las riendas de Mobiliario Sancho, afirman que las ventas han caído entre el 10 y el 15% respecto al año pasado pese a que las tiendas de muebles del centro comercial tienen fama «por los precios ajustados», sentencia.

En la Corsetería Ribot ha trabajado durante 59 años María García García, ahora está al frente su hijo. María García afirma que «es un momento muy difícil para todos. No salen los gastos y el comerciante que es mayor, cierra el negocio». Algunos locales que echan la persiana se convierten en almacén y aunque se haya dado otra utilidad la sensación es que van cerrando. En una esquina del laberíntico centro comercial está la tienda Susana que se anuncia con el letrero Bromas para despedidas de soltero y soltera. En el escaparate llaman la atención «unas braguitas vibradoras con mando a distancia».

En los múltiples pasillos, en los que dominan el diseño que triunfó en los 60, se apiñan tiendas de todo tipo, aunque proliferan las de ropa, complementos del hogar y mobiliario. También tienen cabida joyerías, antigüedades y herboristerías. Todo tipo de comercios unidos ahora por un aniversario.